SEGUNDO ARCO : LA SALIDA.

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Era el 29 de Junio del 2012, mí último día como profesor en el I.E.S Gustavo Adolfo Becker. Aquella mañana, había madrugado bastante, me había aseado, desayunado, recogido mi piso de alquiler y metido maletas y enseres en el maletero de mi coche.

Los recuerdos de dos años, en un pequeño lugar apretado.

El instituto seguía abriendo a las 07:30 a.m, aunque nosotros teníamos permiso hasta las 11:00 a.m, exclusivamente para ir al claustro final. Yo llegué allí sobre las 8:00 a.m.

La puerta estaba cerrada, así que toqué el timbre y desde conserjería J.R. me abrió la puerta automática, tan solo accionando un botón.

Una vez dentro, accedias al hall o recibidor, donde las paredes estaban plagadas de cuadros de orlas de alumnos de diferentes promociones.

Al fondo, había una escalera que te llevaba al segundo piso, en frente de la entrada habia un pequeño pasillo donde te llevaba a las aulas de la planta baja. Desde allí, en esa misma planta, también accedías al salón de actos, cafetería, secretaría, jefatura de estudios y gimnasio.

Yo me quedé cerca de la puerta de la entrada, donde a su derecha se encontraba conserjería y esperé a que J.R saliese a recibirme con un fuerte abrazo.

- ¡Qué tempranito!, ¿te has caído de la cama?, - preguntó irónicamente.

- Pues vengo a pedirte un favor.

- Si está en mi mano...

Yo ya sabía que estuviera o no en su mano me iba a ayudar de todas maneras.
Desde que llegué a este centro, el fue el primero que siempre me ayudó, apoyó y me dió algunos consejos, por ejemplo, según el compañero yo debía comportarme e interactuar.

Me hizo un gesto que lo acompañara, nos dirigimos hacia conserjería, una vez dentro cerró la puerta, se dirigió hacia el ordenador y pausó una peli ( debía ser un clásico porque era en blanco y negro).

- Antes de nada, te debo informar que Lucía tiene mucho interés en hablar contigo, te lo digo para que no te pille de sorpresa. - Me miró y después añadió sonriendo-, igual hoy te estropea tu plan de fuga y te retiene un tiempo más.

Lucía era una compañera de departamento, era profesora de latín, llevaría 5 ó 6 años más que yo en el centro y yo le llevaría los mismos pero en edad.

Reconozco que en alguna que otras salidas, nuestro buen fillin podría haber llevado a otras confusiones, pero el hecho de que estuviera casada siempre me hechó para atrás.

- Hermano, - sentencié maliciosamente - haré todo lo posible para que no me vea.

Y los dos reímos a carcajadas.

A continuación, él me preguntó por el favor y yo le respondí con otra pregunta, sobre qué hora llegaría la secretaria Marisabel, porque nesecitaba algo de ella
, antes de que llegara el cuerpo directivo.

Entonces le conté, que hacía tiempo tenía en mente escribir un relato y le expliqué lo del diario que había encontrado el día anterior,y que este se había convertido en una excusa para llevarlo a cabo.

Y que ahora, con el paso de las páginas que había leído, necesitaba ponerles caras a los nombres que salían en él.

Y para ello necesita a Marisabel, para que le buscara el listado de nombres y apellidos de alumnos del curso 91-92, para yo buscarlos en las redes sociales, y saber cómo son en la actualidad para imaginarme al menos como fueron.

J.R frunció el ceño y me explicó que era complicado, y que era ilegal por la ley de protección de datos, cosa que me recalcó que se la repampinflaba, porque lo que hacía difícil , no era eso, sino la cámara que había allí. Luego suspiró y me dijo:

- Es más fácil que suba a la segunda planta, vaya a la sala de profesores y te consiga en el libro de firmas el número Lucía Cánovas Prieto, o de Soledad Jiménez...

- ¿Soledad?, ¿en serio?, para que buscar su teléfono arriba, si lo tiene medio profesorado masculino. -Respondí jocosamente.

- ¡Mira! , se me ha ocurrido una cosa, ( y lo que se le ocurrió, me cambió la vida),
por qué no vas a cafetería, esperas a que llegue Guillermo, te tomas un cafelito manchado de los tuyos, y yo mientras tanto abro secretaría, busco la carpeta del curso en cuestión, y la dejo abierta encima de su mesa al lado de su ordenador.

Luego , cuando ella entre por esa puerta que tú has entrado, le digo de tus intenciones, y con lo que ella te aprecia, buscará la forma de que te vayas contento.

Así que después de tu café , tú vas allí antes de las 9, te sientas con ella, como si fueras a despedirte y mientras tanto vas apuntando nombres y apellidos. Que si por casualidad, revisarán las cámaras, podrían pensar que te está ayudando en algo.

Pensé que era muy rebuscado y enrevesado, pero también razoné que de todas maneras , no creería que nadie, justamente ese día, se fuera a mirar las cámaras.

- ¿Qué te parece?, me preguntó.
- Que eres un genio. - Respondí. Después del claustro de tí si me despediré.

Y así sin más, me despedí de J.R y me fui a cafetería a esperar a Guillermo, para poder ejecutar el plan. La cafetería, estaba cerrada aún. Así que fui a mi departamento, que estaba justo a la derecha de cafetería, abrí la puerta, me senté en el primer pupitre que ví.

Abrí mi maletín, saqué el diario, y seguí leyendo por donde lo dejé.




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