PRIMER ARCO : PRE-SALIDA

74 2 2
                                    

Ocurrió a finales del curso 11-12, llevaba aquí, ya dos años, y había hecho una gran cantidad de amigos, lamentablemente ya sabía que el curso que viene, no seguiría aquí, que me mandarían a Sevilla, pero odiaba las despedidas, más que todas las cosas.

Del instituto Gustavo Adolfo Becker,  guardaré montones de anécdotas: como el buen rollo de mis compañeros, el comportamiento ejemplar del personal no docente y de mis queridos alumnos, a los que estoy seguro, no olvidaré.

Recuerdo que me quedaba un día como profesor de Griego, y seguramente cuando al día siguiente se hiciese el claustro final, yo sería el primero en abandonar el centro.

Así que mientras mis compañeros, en estas pocas horas que estábamos sin alumnos ni clases, se iban a la cafetería, estaban de papeleos , o se dedicaban a charlar en la sala de profesores, yo me despedí del muchacho de mantenimiento, que me había salvado alguna que otra vez la vida, co las goteras cuando llovía.

Luego busqué a las tres limpiadoras, Paca, Antonia y Rosario, y les di las gracias por haber mantenido mi clase bien limpia a la primera hora del nocturno. De camino entré en la cafetería y me despedí de Guillermo y me tomé mi último manchado con él.

Por último, busqué al conserje, J.R, en conserjería y el jefe de estudios, que se encontraba allí haciendo fotocopias, me dijo que había ido a limpiar el desván, y que lo había visto toda la mañana, tirando cajas y dando viajes de un lugar a otro.

El desván se encontraba en la cuarta planta, en una puerta que al abrirla, te encontrabas con unas escaleras empinadas que al subirlas daba como una especue de torreón.

Al llegar arriba, donde hacía un calor de muerte, entre cajas, archivos, maquinas de café, armarios viejos y libros de b.u.p y c.o.u, se encontraba J.R, examinando con nostalgia, exámenes de gente, al menos 30 años atrás.

Al oír mis pasos , cuando me vió , me dió un abrazo y me dijo al oído:

- Sé tu destino, y sé que has dicho que sigues por aquí.

Luego, con lágrimas en los ojos los dos nos apretamos las manos y volvimos abrazarnos fuertemente. Le debo mucho a él, por la acogida, trato y compañía y cafés recibidos durante el tiempo que permanecí allí...

-¿Que haces?, ¿Necesitas ayuda?, - pregunté sinceramente.

- No tío, vengo ahora en cinco minutos, voy a tirar está caja, y ahora hablamos de nuestro último almuerzo, antes de que mañana te largues sin decir nada.

Sin duda J.R, era la clase de tipo que conocía el interior de cada persona, y así sin más, me dejó solo entre, apuntes y carpetas llenas de polvo y de insectos muertos.

Había una ventana que daba al exterior de la entrada del centro, desde allí veía a varias compañeras mías fumando y seguramente comentando infidelidades con otros compañeros, y de repente, unas de las cajas que había llenado J.R, se cayó al suelo, dejando varios libros de poetas de Generación del 27 y del 98 esparcidas unas encimas de otras.

Dentro de la caja quedó un libro, no sé por qué pensé en la quema de libros de Don Quijote, pero quise curiosear, que libro no llegó a tocar el suelo.

Mi sorpresa fue, cuando descubrí que no era un libro, era una especie de diario, y no sé por que, me dió por salvarlo de J.R., y lo guardé en mi maletín...

EN BUSCA DE TU SONRISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora