Primer acto: La mujer que fue robada III

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Los deberes como heredera le habían estado consumiendo todo el tiempo que tenía, no era tan agobiante ya que, aunque su padre años antes no la había nombrado como heredera, la hizo estudiar como una

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Los deberes como heredera le habían estado consumiendo todo el tiempo que tenía, no era tan agobiante ya que, aunque su padre años antes no la había nombrado como heredera, la hizo estudiar como una.

Ahora se encontraba presente en la reunión del consejo, fielmente parada al lado de su padre, su tío a la mano izquierda de su padre y Sir otto a su derecha.

— Los peldaños de piedra siguen pasando por una situación difícil, mis embarcaciones han sido detenidas, mis hombres han sido asesinados, y perdone lo que diré su majestad, pero ¿Qué ha hecho la corona frente a esta situación?

— ¡Suficiente! — la mano del rey, Otto Hightower exclamo furioso.

— Déjelo hacer su acusación Otto, lo que dice Sir Corlys no es más que la verdad, ¿o me equivoco hermano? — el príncipe canalla, comandante de la guardia de la ciudad hablo con calma y con una sonrisa en el rostro.

— No es una buena opción mandar tanta flota Sir Corlys, perderíamos marineros, hombres, embarcaciones, no es aceptable dicho gasto. — El rey tenía un buen punto, pero no lo suficientemente bueno para Rhaenyra, la cual llevaba todo el tiempo que había transcurrido en silencio hasta que decidió que era hora de opinar.

— Pero tenemos dragones, somos jinetes de dragones padre, no le quito la razón de que no podemos perder más hombres, su gracia, pero debe de tener en cuenta de que si dejamos que esto pase estaremos perdiendo un gran terreno que pertenece a la corona, un lugar estratégico para las embarcaciones de la casa Velaryon, y si se llega a perder esta guerra nos afectaría a todos, tanto a la casa Velaryon como a la nuestra, y peor aún, a nuestro pueblo. — Rhaenyra, quien se encontraba de pie a la izquierda de su padre hablo mirando a todo el consejo, para al final concentrar su vista en su padre.

— ¿Ha estado en una guerra princesa? — la mano del rey, como era su costumbre, quería desmeritar todo aquello que había dicho la princesa.

— No Otto, pero ¿usted sí? Lo dudo, porque es tan ambicioso que prefiere deslizarse como una serpiente entre las piedras que enfrentar a mil hombres, pero ¿sabe que nos diferencia? Que usted es una simple serpiente arrastrada y yo, por el contrario, soy un magnifico dragón, surco por los cielos, prendo fuego a lo que deseo y puedo terminar guerras como puedo empezarlas, ¿es usted capaz de hacer eso Sir Otto?

— ¡Suficiente! — Viserys hablo golpeando la mesa, Otto retrocedió, pero Rhaenyra se mantuvo firme mirándolo con su mirada altiva y su sonrisa suficiente. Una carcajada se escuchó por todo el lugar, nada más y nada menos que la del príncipe canalla. — Otto tiene razón Rhaenyra, no has asistido a una guerra, no sabes lo que es.

— Deja de ser tan débil y manipulable padre, habla por ti, no hables por lo que han dicho otros, — todos contuvieron la respiración, incluso su propio tío, que, aunque tenía una sonrisa en su rostro estaba preocupado de las consecuencias que podría tener Rhaenyra por dicha osadía. — Tienes razón, nunca he asistido a una guerra, déjame ir a esta, con Syrax y yo como su jinete podemos tomarles ventaja hasta que lleguen las próximas flotas, es mi deber como heredera cuidar a mi pueblo y a los míos, y si usted no desea hacerlo, yo si lo hare. — El silencio reino por todo el consejo, nadie era capaz de emitir un solo sonido, incluso Otto, quien siempre tenía algo que decir, había quedado mudo.

El engaño de la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora