Primer acto: La mujer que fue robada IV

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2 años

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2 años.

Habían pasado dos largos y estresantes años desde que Rhaenyra había partido de King's landing hacia los peldaños de piedra, Rhaenyra estaba agotada de esta guerra sin sentido, solo debían matar al jefe y poner su maldita cabeza en una estaca.

Volando en syrax y quemando todo pudo ver como el jefe se ocultaba en una cueva: "debo entrar ahí y arrancar su cabeza".

— Tenemos 16 con mucha suerte 18 barcos que aún pueden navegar, 700 soldados y 60 caballeros, los alimentos escasean excepto por lo que podemos pescar del mar, digo que tenemos alrededor de 15 días como mucho 20 si racionamos, ya escribí a driftmark para que envíen más barcos, pero están a semanas de aquí, — Lord Corlys suspiro, estaban perdiendo la guerra. — Nos tambaleamos y la triar quía lo sabe, debemos incrementar los ataques, continúen enviando a los dragones.

— Es inútil padre, — Sir Laenor, quien se había mantenido en silencio hablo, pero esta vez para llevarle la contraria a su padre, — el alimenta cangrejos creo un estrecho aquí de estas dunas, — dijo mientras que con una figura señalaba el lugar ubicado en el mapa. — Los arqueros tienen la posición elevada y los soldados controlan el terreno, podemos atacarlos con dragones una y otra vez, pero ellos harán lo mismo, se esconderán en las cuevas.

— Los dragones podrían rondar hasta que cayeran del cielo y aun así, el alimenta cangrejos y sus hombres no saldrían de esa cueva sin una razón, — Sir vaemond, hermano menor de Lord Corlys hablo, el mismo sabía que lo que dirían seria arriesgado.

— Debemos darle una, una carnada, — hablo Laenor, desviando su mirada a la princesa Rhaenyra que montada en Syrax de regreso a las tropas. Daemon, quien se había mantenido al margen conecto su mirada y negó con la cabeza.

— ¿Quién sería tan estúpidamente loco de hacer eso? — Daemon lo sabía, pero no iba a permitir que su sobrina se arriesgara de esa manera.

— ¡Un dragón regresa! — grito uno de los soldados para dar aviso de la llegada de la princesa Rhaenyra.

Rhaenyra sobre Syrax se veía majestuosa, como una antigua diosa Valyria tanto que los soldados de Driftmark no podían evitar desviar sus miradas hacia ella, aunque manchada de sangre, tierra y sudor, ella seguía siendo la delicia del reino, y aun así, permanecería hermosa siempre.

— Si, ¿Quién? Muéstrame al soldado que marcharía con gusto a su propia muerte, muéstrame a un caballero que marche a ese infierno solo y te mostrare un demente. — Sir Vaemond estaba reacio a la propuesta de su sobrino pues ante los ojos de él, solo era un chico inexperto.

— Rhaenyra. — Eso capto toda la atención de Daemon.

— No, mi sobrina no ira como carnada.

— Rhaenyra es por lo que perdemos, — Vaemond se mostraba indignado y después de lo dicho por el, Daemon también, su sobrina era maravillosa en el campo de batalla.

El engaño de la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora