•CAPÍTULO 12•

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Tiro la bolsa de basura con todas mis fuerzas sobre el cesto gigante, conteniendo la respiración.

Con lo pesadas que son las bolsas, seguro gane fuerza en los brazos.

Ya somos Hulk.

Limpio mis manos, dando palmadas la una con la otra y regreso a la cocina de la cafetería, completamente cansada y con los brazos ardiendo.

Por suerte, esa ya era la última.

Al entrar a la cocina, paso por al lado de la zona de hornos y lavavajillas, cruzandome con Cameron en su labor de limpiar las bandejas de comida.

Él voltea a verme al sentirme allí y levanta una ceja.

—Ya acabaste. Eso fue rápido.

Sigo con mi camino, sin prestarle atención a todo su ser y salgo de la cocina en dirección a la cafetería.

Hoy es el último día de la sanción, de tener que limpiar la cafetería y el gimnasio. Pero no es el último día de tener que soportar a Cameron, porque perdí y debo darle esas malditas clases.

Llevo todo el día ignorándolo para no tener que pensar en como me hizo sentir en la fiesta. Aunque él, a veces, me dirige alguna que otra palabra en un intento de molestarme.

Cuando paso la barra en dirección a las mesas, me encuentro con la Señora Morgan, acercándose en mi dirección con una sonrisa.

—¿Contenta por ser el último día?

Me detengo a unos pasos de la primera mesa, para verla a los ojos y tratar de sonreírle levemente.

—Bastante contenta.

—No suena muy convincente, Twy.

Suspiro y volteo a mirar la cocina, dónde hay una pequeña ventana en la pared que da directo a Cameron.

Parece que tiene un problema de asquerositis facilitis.

—Es por él.

La Señora Morgan ve de reojo hacia dónde yo observo. Entonces su sonrisa se vuelve más ancha.

—Lo verás todos los días. No tienes por qué extrañarlo.

—¿Qué?—giro la cabeza rápidamente en su dirección, impactada.

—¿Qué?

—¿Qué fue lo que dijo?

—Yo no dije nada.

—Estoy 100% segura de que dijo algo.

—No es cierto.

—Claro que si.

—¿Twyla?

—¿Señora?

Eso fue tan Harry Potter.

Resoplo un poquito y pongo las manos en mis caderas.

—¡Ya dígame!

—¿Qué fue lo que escuchaste?

—Usted dijo que iba a verlo todos los días y dió a entender que voy a extrañar a Cameron.

—¿Vas a extrañarme?

Su voz suena detrás de mí, tan irritante y extrañamente confundido por mi supuesta gran declaración. Que obviamente, es falsa.

—No. ¿Por qué lo haría si ni siquiera te soporto?

Me doy la vuelta, cruzando mis brazos y observándolo con resentimiento. Cameron, con su sonrisa petulante, da pasos lentos hacia mí y arremanga las mangas de su chaqueta.

El Plan Que Nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora