•CAPÍTULO 15•

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Levantarse de la cama se siente como un suplicio.

¿Y si nos quedamos?

No podemos. Debemos ir a la escuela.

Pero, ¿sin Tyler?

Resoplo y me obligo a quitarme las mantas de encima.

Sin Tyler.

Con todo mi esfuerzo, me levanto de la cama y siento un escalofrío, que lo único que genera es que las ganas de acostarme sean mayores que las ganas de salir de casa.

En el día de hoy, Tyler no podrá ir a la escuela porque se torció el tobillo en el gimnasio. Lo cuál, no le viene bien por sus prácticas de Surf, así que tiene que descansar lo máximo posible para recuperarse.

Pobre chiquito.

Me pongo mis pantuflas de vaquitas y salgo de mi cuarto, algo adormilada. Cruzo por el pasillo en dirección al baño, pero me encuentro con Nala subiendo las escaleras y con su pelota de tenis destrozada en la boca.

—Ya debemos conseguirte otra. ¿No crees?—me acuclillo frente a ella, sonriendo levemente.

Nala suelta la pelota justo sobre mí mano y se sienta, moviendo su cola.

—Ve a buscarla—se la lanzo en dirección a las escaleras, haciendo que rebote en los escalones y vaya hacia la primera planta.

Ella va detrás, corriendo con su felicidad característica. Yo aprovecho a entrar al baño y a quitarme la ropa, aunque siento como el frío de la mañana me tensiona el cuerpo.

Al entrar a la ducha, abro el agua caliente y comienzo a lavarme el cabello, que está un poco enredado. Pero cuando llega el turno de enjabonarme, siento que algo espeso recorre mi pierna, que se camufla muy bien con la sensación del agua. Reconozco al instante lo que es cuando lo miro. Un hilillo rojo cae por mi pierna hasta mis pies, manchando poco a poco el agua de la ducha.

Abro ampliamente los ojos y remuevo la cortina de lugar.

—¿Qué día es hoy?—tomo mi teléfono y miro la fecha en la pantalla.

"23 de octubre".

—Carajo. Se adelantó—murmuro, con una mueca de desagrado.

Hoy será un laaaargo día.

♡♡♡

Que. Maldito. Frío.

Nunca había hecho tan baja temperatura en otoño.

Y conducir a la escuela en bicicleta, no ayuda.

Me desacostumbré a los climas helados, con tormentas de nieve y ráfagas de viento. Y ahora, las temperaturas de aquí me dan mucho frío. A tal punto, que tuve que ponerme una polera debajo de mi sweater blanco y una bufanda abrigada de mi madre.

Porque ella nos obligó.

Pero no nos arrepentimos de su sabia decisión.

Cuando llego a la escuela, aparco la bicicleta en mi lugar habitual y la aseguro con la correa. Tomo mi mochila de la canasta marrón, que es la nueva incorporación de mi precioso vehículo, y camino apresurada a la puerta de entrada, tratando de sentir calor.

Pero cuando la gloria estaba a tres escalones y a seis metros de distancia, un golpe seco se siente en mi espalda.

—¡Hey!—giro la cabeza de forma rápida y busco el causante.

El Plan Que Nos Unió Donde viven las historias. Descúbrelo ahora