•CAPÍTULO 18•

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Miro a ese par de hermanos. Una pequeña sonrisa se forma en mis labios cuando Cameron le hace cosquillas a Ally. Ella se ríe fuertemente y lucha por liberarse, hasta que lo logra y se aleja al instante de él. Como si de un monstruo abominable se tratase.

¡Si sigues con las cosquillas, no te daré el regalooo!

Oye, yo quiero mi regalose queja.

No más cosquillas, entonces.

Los negocios vienen de familia, parece.

Ally le saca la lengua y Cameron carcajea, con un sonrisa gigante. Pero mi confusión se nota a leguas y ladeo la cabeza.

¿Regalo?

Ally asiente fervientemente.

—Pero no te diré qué es, porque va a preguntarte y ¡PUM!—hace un gesto de explosión con las manos y abre los ojos— No más sorpresa.

Entiendo...—respondo, aunque no comprendo nada.

Cameron se remueve en la cama. Parece pensativo cuando me ve con los ojos entrecerrados.

Debes ser la única persona en la escuela que no sabe que mañana es mi cumpleaños.

Elevo las cejas más rápido que un rayo. Ese pequeño dato no lo sabía.

¿Mañana es tu cumpleaños? ¿25 de octubre?

¡SIIII! ¡Cam, invítala a la fiesta!—dice con una alegría inmensa.

Amm...No , no creo que quiera...

Cameron se inclina hacia delante, manteniéndose a escasos centímetros de mi presencia. Fija sus ojos esmeraldas en mis ojos cafés, en una combinación tan bonita como la tierra misma.

¿Te gustaría venir, Cuco?

Al recordar esa propuesta, libero un suspiro lento de mis pulmones. ¿Quién hubiera imaginado que Cameron Bell me haría esa pregunta?. Y hay algo mucho mejor. ¿Quién hubiera imaginado que yo aceptaría?

Remuevo mi cabello rizado hacia un hombro y coloco mi collar de copo de nieve en mi cuello. Ese que se volvió inseparable de mí desde que abandonamos Mammoth Lakes. Decido arreglarme un poco y hago una media cola en mi cabello con una cinta blanca, la cuál coloco en forma de moño. Resulta...bien.

Me quito las pantuflas de vaquitas, dejandolas esparcidas por mi habitación, y calzo las zapatillas blancas que pocas veces he usado. Al ser una ocasión especial, supongo que no estaría mal llevarlas este día.

Regreso mis pasos hacia el espejo de cuerpo completo y observo atentamente mi reflejo. Un tanto incómoda, no muy satisfecha con el resultado. Acomodo los botones todo el tiempo para asegurarlos, ya que estos se extienden a lo largo de toda la prenda, desde el pecho hasta el final de mi ropa.

¿Entienden el miedo a que se desabotonen, verdad?

El vestido blanco rodea mi cintura firmemente, la enmarca. Hace un juego visual donde mis caderas son más anchas por el volado de la falda larga hasta los tobillos. Las pequeñas tiras, permiten que mis hombros queden descubiertos y el escote redondo da a relucir más de lo que quisiera. Pues, claro. Mi madre sí se atreve a usar estos vestidos.

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⏰ Última actualización: Aug 04 ⏰

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