VI

247 26 4
                                    

DESEO A UNA ESTRELLA

Había mucha agitación en la tienda ésa mañana. El aroma a té sobrecargaba el aire, y los ruidos lejanos de las conversaciones la obligaron a despertar. ¿Es que Iroh no conocía el término "cerrado por vacaciones"? O como fuera, Toph estaba considerando seriamente construirse una habitación bajo tierra, donde nadie más que ella pudiera estar. Así que, tras mascullar una nada fina maldición, la maestra tierra decidió que no podría seguir descansando, y que los culpables de esto tendrían su té más frío y amargo de lo que habían pedido.

Los dedos de sus pies rozaron apenas el suelo, como tentándose a sí mismos a descender totalmente, antes de que algo en ella le hiciera detenerse de pronto. Una sensación, quizás, o el simple deseo de hacer algo con su propia persona. Llevó las manos hasta el cabello –que casi, casi, parecía melena salvaje- intentando inútilmente aplacarlo. Olía a té de rosas y jazmín mezclado en lodo de pantano, algo que la hizo fruncir la nariz. Suponía que ya era hora de un baño, o una limpieza rápida, como prefería llamarlo. Tomó todo el cabello en una larga coleta, porque no tenía ánimos para nada más, dado que la habían despertado, y se apresuró a vestirse con lo primero que encontró en su ropa. No era quisquillosa, y según Iroh, toda su ropa lucía muy parecida, así que le dio igual.

Estaba en el proceso de secar lo mejor posible el cabello, porque húmedo era una molestia, cuando un sonido –tan lejano como un zumbido- hizo a sus movimientos detenerse por completo, lo que cualquiera catalogaría como una perfecta sonrisa curvando sus eternamente fruncidos labios. Era un sonido familiar, un vibrar tan conocido, que no pudo más que reprimir su grito, lanzando la tela con la que se secaba a algún rincón de la habitación. No le molestaba el desorden en lo absoluto, ella no podía verlo después de todo.

-¡Aang! –Con prisa, e ignorando a más de un cliente habitual que le deseó buenos días, la maestra metal se arrojó al exterior de la tienda, los pies recién lavados levantando polvo que hizo a su nariz picar -¡Tío Iroh! ¡Aang está aquí! –escuchó al viejo reírse tenuemente, más el sonido de Appa acercándose por el aire la mantenía más alerta que lo que sea que Iroh estuviera haciendo -¿Qué dices tío Iroh? ¿Está solo? ¿Viene con alguien más?

-Ciertamente trae compañía –Inhaló hondamente, ansiosa por las palabras del otro. Aang, Sokka y Katara sonaban como una buena compañía realmente. Llenaban ligeramente la eterna espera en que se había convertido la visita de otro...

-¡Toph! –Sin darle tiempo de preparación, se encontró de pronto atrapada en el firme abrazo de la maestra agua, el corazón de ésta brincando tan fuerte que Toph podía leerla como a un libro abierto, aunque claro, ella era ciega y nunca había hecho tal cosa como leer pero, ¿Qué importaba eso ahora? –Te he extrañado

-es inevitable que lo hagas –Katara hizo un sonido algo extraño que podría o no considerarse un bufido antes de liberarla –Gracias, comenzabas a asfixiarme

-hermanita, deja algo de Toph para nosotros también –Rió suave, algo sonrojada, sintiendo en sus vibraciones cómo Aang y Sokka hacían ademán de acercarse a abrazarla, más sus movimientos se detuvieron a medio camino, y un ligero dolor se adueñó de su pecho. Quería acercarse a ellos, obligarles a terminar la acción, pero el terror que aquello podría desatar lastimaría aun más a sus amigos de lo que lo hacía ahora su lejanía -¿Te crecieron los pe...? –Sokka voló de pronto por el aire, tan alto como el montículo de tierra que ahora se alzaba en el justo lugar donde el guerrero del sur había estado antes

-¿Qué están haciendo aquí?

-Queríamos visitarte –Katara respondió, totalmente indiferente al reciente ataque en contra de su hermano mayor –Queríamos hacerlo TODOS –Resaltó la última palabra en un alto tono de voz, haciendo a Toph dudar de su salud mental. ¿Estaría quedándose sorda la pobre?

Broken Soul | TokoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora