Domingo.

307 42 0
                                    

Usualmente, los domingos la tienda no se abría.

Lo cual tiene sentido, a todos nos gusta tener un momento de relajación a nuestras obligaciones. Así mismo, era el día en que agendaban la mayoría de los eventos que les solicitaban, de esa manera, los domingos podían ser utilizados en cosas productivas sin importar lo que sucediera.

Una excelente estrategia de negocios, siendo sinceros.

Claro, como notaran al principio, en las palabras está la clave, pues ese usualmente se rompía desde los últimos meses, en los cuales el patriarca de los floristas venia alrededor de las 10 am para abrir la tienda unas cuantas horas y poder entrenar a su hijo más pequeño, Damian Wayne.
Claro que no podíamos dejar de lado al más joven de la familia, quien a pesar de ser tan… pequeño era dueño de una increíble mente. No tenia nada que envidiar a sus hermanos mayores.

Ese día específicamente, se encontraban Bruce y Richard enseñando la manera correcta de confeccionar ramos. Mientras esto ocurría, Damian observaba con atención las manos de ambos adultos. Se notaba que tenían estilos diferentes, pero llegaban a un mismo resultado.
Aquello le parecía aburrido a el más joven, quien no admitiría que usaría el método de Richard más seguido que el de su padre.

Realmente, nadie pasaba por la florería los domingos. Así que eran días perfectos para poder mostrarle el oficio al menor. Cuando vieran que estaba más confiado, estaría los viernes con Cass y, posteriormente, los martes con Richard. Eso hasta que, eventualmente, pudiera tomar los lunes.

Con lo que no contaban, era que una alegre rubia entrara al local. Quien estaba sumamente emocionada de poder encontrar la florería abierta. —Ah, no puedo creer que me mintieras Clark. ¿No querías compartir este bello lugar conmigo?

Y ante esa voz, Richard se puso ligeramente nervioso. Ahí, frente a ellos, estaba Kara Kent, una de las citas más… extrañas que ha tenido. Aparentemente, la familia Wayne contaba con feromonas específicas para atraer a los Kent.
Claro que no estaba sola. Detrás de ella estaba Clark y un pequeño joven que parecía otra copia del reportero.

Bruce sonrió al verlos, cosa que extrañó a Damian, y alegró el corazón de Richard.

—No trataba de ocultarlo, Kara. Pero no sabía que abrían los domingos también. — Mientras decía esto, dejaba al joven Kent explorar la tienda, y veía con una suave mirada cómplice a Bruce, quien se acercó a abrazarlo, dándole la bienvenida.

Kara y Richard veían a ambos hombres, como quien ve a una pareja de secundaría que creía ser discretos en sus sentimientos.
Les daba una mezcla de ternura y vergüenza. Debían tener ya una cita, y quizás algo más.

—¿Qué es lo que sucede, Richard?
—Nada, nada. Mejor deberíamos atender a los clientes. — Mientras decía esto, le daba palmaditas a Damian, animándolo a hablar con el otro niño.

Niño que era aterradoramente parecido a Clark.

—¡Prima, prima! ¿Podemos comprar un ramo de flores para Ma?

—Es una maravillosa idea, John. — Exclamó Clark, quien hasta el momento estaba intentando coquetear con Bruce, pero demasiado avergonzado como para que fuera exitoso.

Richard animaba a Damian a atender al niño. Era un maravilloso comienzo poder atender a alguien de su edad. Dick estaba sumamente emocionado.

—Puedo recomendarte un ramo de claveles, suele ser popular entre las mujeres mayores. — Aunque su tono y rostro era serio, Damian intentaba parecer amigable.
Quizás, los Kent tenían una inmunidad a las miradas de los Wayne, ya que Jonathan estaba sonriendo como si nada pasara, animadamente señalando y preguntando cosas de las flores en exhibición a Damian.

Dick no podía estar más orgulloso del pequeño. Si seguía así, incluso podría hacerse más cercano a los niños de la escuela.
Como si fuera un padre orgulloso, fingió limpiarse una lagrimita del rostro.

No cabe duda de que los Wayne son una familia extraña. Pocos creerían que aquellos tan serios podrían ser floristas, sin embargo, eso era lo interesante.
No era necesario que se dedicaran a algo que no les apasionara. En las flores, cada miembro encontraba una manera de expresarse, de ser uno mismo.

Era un lazo familiar irrompible, que los hacia ser una familia funcional. Como los distintos tipos de flores que armaban los ramos más bellos que se podrían imaginar.

The FloWaynesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora