Capítulo 04

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Aarón Cassano

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Aarón Cassano.
Londres, Gran Bretaña-
Atenas, Grecia.

¿Qué podría volver a mi cama y dormirme hasta que amanezca y volver a la base para seguir con mi trabajo? Si. Sin embargo ese no era mi plan de lejos.

Todos se movían al pie de mis órdenes. Mi avión privado estaba aterrizando justo delante de mí mientras que mi móvil no dejaba de sonar una tras otra vez.
Lo saco del bolsillo mientras subo por las escaleras del vehículo y suspiro al ver el nombre de mi padre en la pantalla. Estoy bastante seguro que va a pedirme explicaciones de porque he demandado el avión a tales horas y si le miento, sabrá que lo hago. Soy su primogénito, él me crió para joder, me enseñó para matar y me sostuvo para defenderme.

—Dime, padre —descuelgo la llamada tras sentarme en una de las butacas del avión. Las azafatas de inmediato me traen un bol de fresas con chocolate y una copa de champán, la cual me niego a beber.

—Tres malditas llamadas, Aarón -brama en respuesta—. ¿Dónde cojones estabas metido?

—Ya sabes donde estoy.

El piloto anuncia que comenzará con el despegue así que veo a todas las azafatas alejarse de mí para sentarse en otras butacas a unos cuantos metros de mi. Algunas no dejan de observarme, más lo único que hago es rodar los ojos mientras me desabrocho los primeros botones de la camisa.
No son ni las cuatro de la mañana y ya hace calor. Como si no estuviesemos en la última semana de diciembre.

—¿Por qué quieres el puto avión? ¿A dónde vas si acabas de llegar ahí?

—Si crees que estoy huyendo, te aseguro que eso es lo último que voy a hacer. Primero voy a hacer que esa base arda con todos sus integrantes y luego saldré del país llevándoos conmigo.

—¿Entonces a dónde vas tan temprano?

—Tengo unos asuntos que atender en otro país —respondí pero se que no va a dejarme zanjar el tema así sin más.

—¿A cuál? ¿Rusia?

—Con los rusos ya hable antes de venir a Londres. No te preocupes.

—¿Entonces?

—No tengo ni idea de a qué país tengo que ir. Cuando lo sepa te aparecerá en el radar del avión que tienes en el móvil.

Y sin más, la llamada se colgó por falta de cobertura.

No le he mentido. No tengo ni puñetera idea de a donde se ha podido ir Isabella. Ha huido de mi casa de tal manera que la ira se ha desbordado en mi interior. Ser amable. Eso he intentado con ella y ha jugado conmigo como se le ha pegado en gana y no voy a dejarlo estar. Cuando salió por la puerta del apartamento, las cámaras me enviaron una alerta de que estaban abriendo la puerta y sabía que si me levantaba en ese momento ella me mentiría y se inventaría algo, así que esperé hasta verla salir del edificio.  Con lo único que me he quedado es con los ultimos tres digitos de la matrícula de ese jet.
Saco el portátil de la bolsa de viaje que me he traído y me ofusco durante tres horas en el radar aéreo que acabo de hackear sin complicación alguna. 

Una Alianza Peligrosa I (Bilogía Alianzas) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora