Aarón Cassano.
Atenas, Grecia.Esa puta bata de seda no deja de aparecer entre mis pensamientos.
Su piel ligeramente bronceada en ese color rojo son en lo único en lo que puedo pensar. Mientras sigo caminando fuera de su habitación y lejos de su ingobernable mirada, pienso en que tan irrespetuoso sería pensar un poco más en ella.Me muevo entre los pasillos oscuros incapaz de quitarmela de la mente y aun asi pienso que voy a joderla hasta que acabe disculpándose por cada mentira que me ha soltado por esa boca, esa boca a la que peligrosamente me he acercado más de lo que había planeado hacer.
Aún tenemos tantas cosas que discutir qué me duele la cabeza al pensar en que se me está yendo de las malditas manos. ¿En qué jodido momento he llegado a Grecia y el propio rey me ha ofrecido ser el guardaespaldas personal de su hija?
De coronel a guardaespaldas. Irónico pero la idea me quemaba por dentro. ¿Terminaría aceptando? No lo se. Depende de cuánto Atenea pudiese descubrir y cuán malo se desarrollase este puto juego.Pasan horas y horas donde lo único que hago es trabajar a distancia a traves del portatil. Los reportes del resto de soldados se multiplican y no es hasta que veo la palabra fentanilo, que no mando al resto a la mierda y me concentro en ese único documento.
La central se había metido de lleno en intentar disminuir el consumo de esta droga mortal, pero hasta el momento solo hay dos personas en la base que se dediquen a estudiar esta droga y sepan los verdaderos efectos y problemas que pueda causar en un ser humano. Y esas dos personas eran Atenea y Miller. Ese hijo de la gran puta con el que acabaré tarde o temprano. Lo único que me detiene es lo que sabe y lo que puede llegar a saber.Sigo leyendo cada palabra reportada, desde Costa Rica, por el soldado y me enfurezco leyendo como los prostíbulos nocturnos utilizan esta droga para someter a mujeres compradas y vendidas en la trata. Incluso hay niños de todas las edades. El soldado cuenta detalladamente cómo han intentado sacar a la mitad pero que Costa Rica tiene alianzas con la Bratva, lo cual descubrieron en ese mismo instante. Lo intentaron pero dos soldados fueron heridos de gravedad, por lo que el teniente a cargo de ellos abortó la misión.
Debería dejar que Atenea decida que quiere hacer con su vida.
No vine a Londres para jugar y seguir esperando algo de Atenea es confuso. No entiendo a que estoy esperando pero debo volver a Londres y dejar que ella decida, dejar que vengue a su hermano y sirva a su país si es lo que desea hacer. Solo se que si venga a su hermano debo estar con ella.El avión privado aterriza frente a mi y mientras las azafatas activan las escaleras, me giro a mirar el amanecer y pienso de nuevo en ella. Joder. Vaya mierda de adicción.
Cuando entró a mi salón y se quedó detrás de mí, no la sentí. No lo hice hasta que empecé a oler su olor, su perfume. Una fragancia atractiva y exótica. Seguí tocando el piano y no me pude resistir a tenerla de frente, mirarla y dejar que mis ojos se deslizasen por su pelo. Con lo que no contaba era que mi camisa le quedase tan bien. Se le marcaba la ropa interior y sus muslos estaban descubiertos. Me controlé como jamás lo había hecho, pues nunca he tenido que controlarme en nada. Si quería algo, iba y lo agarraba.
Cuando terminé de tocar, pensé en ella bajo mi cuerpo, con sus labios rozándome la piel y mis dedos enredados en su pelo mientras me miraba y a la vez parecía que me suplicaba.
ESTÁS LEYENDO
Una Alianza Peligrosa I (Bilogía Alianzas) ©
Roman d'amourDISPONIBLE EN FÍSICO A TRAVÉS DE AMAZON. Atenea Areloux, una mujer de dos mundos, siempre ha mantenido un equilibrio delicado entre sus vidas paralelas. En la sombra, se transforma en la general de las Fuerzas Armadas de Londres bajo un alias, mient...