Capítulo 05

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Atenea Areloux

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Atenea Areloux.
Atenas, Grecia.

Me desconecto de la realidad mientras Aarón sigue dando órdenes y más órdenes que no escucho ni les presto atención alguna. Enrollo la camisa entre mis dedos culpandome de todo. Ni siquiera he podido despedirme de él, ni decirle que lo amaba...Ni que sería un rey de puta madre.

Pero ya no está.

Una de mis lágrimas cae sobre la sangre y la difumina volviéndola más clara.

Sigo sin entender ni digerir nada de lo que está pasando. Los canales de noticias y novedades llenan las redes con títulos en los que Ethan aparece como protagonista. "El heredero ha sido encontrado muerto" "¿Será Italia la que ha querido acabar con nuestra realeza?" "¿Arabia Saudita envuelta en el asesinato del heredero?"

¿Dónde estaban los guardias? ¿Dónde estaba la policía? ¿Dónde estaba padre?

—Atenea —me llama tocándome el hombro. Me doy la vuelta dejando de observar el punto fijo en la pared y lo miro.

—No me llames así.

Frunce el ceño y suspira cansado.
Yo también estoy cansada de pensar, Aarón. No te haces a una idea de lo mucho que guardo y lo mucho que quiero gritarlo y dejar de reprimirme.

Mi móvil vuelve a encenderse mostrándome otra notificación. Giro la cabeza hacia el lado derecho de la camilla, donde lo había dejado. Leo el titular y mi cabeza comienza a producir un sonido sordo, un pitido que solo yo soy capaz de escuchar. Mis dedos arrugan la tela de la camisa con mucha más fuerza cuando comienzo a sentir un ligero tambaleo.
Me estoy mareando.

«La próxima heredera, Atenea Areloux.»

Mierda.

—Atenea —volvió a llamar mi atención y solo su voz se me hacía reconocible entre el pitido silencioso que sonaba en el interior de mi mente.

—No me llames así —repito deslizando la mirada desde la pantalla del móvil hasta sus ojos. Son tan fríos.

—Dame tu móvil —me pide intentando sonar lo mas delicado posible pero me niego totalmente ante esa exigencia —Atenea, dame el móvil. No te conviene seguir al tanto de la situación hasta que te calmes.

—No me llames así —era lo único que podía decirle.

Atenea era el recordatorio de la vida que no quiero ni he elegido vivir. Ahora ya no puedo dejarla de lado y me siento tan egoísta pensando eso y dejando de segundo plano a Ethan que mi pecho se oprime al darme cuenta que soy una persona despreciable.

Una Alianza Peligrosa I (Bilogía Alianzas) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora