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Pasaron 4 días y no hablé con Sarah, sentía una sensación extraña al no hablar con ella, ni para agradecerle por el pago de mi auto, pero hace 2 días dejó de mandar dinero, mi auto ya estaba listo para volver a usarlo, no había visto que ella hubiera publicado absolutamente nada, su última publicación ya cumpliría 5 días de haberse publicado. ¿Le habrá pasado algo?

Me encontraba sentado en una sofá de una pizzería, mientras que Gustav, Georg y Bill pedían la comida, para cenar ya que nadie quería cocinar. Miraba mi teléfono frecuentemente para ver si ella
me había mandado mensaje, intenté sacarme los pensamientos sobre Sarah acostandome con otras chicas, pero simplemente ella andaba en mi cabeza todos los malditos días.

Mi pierna se encontraba inquieta, no podía dejar de moverla de un lado para otro lado, de repente vi como Georg se acercaba a mí, rápidamente bajé el teléfono y fingí mirar hacia otro lado.

— ¿Qué pasa, Tom? Estos días te vi algo raro. — ¿Le debería decir? Esta mocosa me tenía preocupado, justamente hace 5 días estábamos hablando y bromeando, incluso pareciera que éramos amigos, dejó de contestar.,

— Sarah... No sé nada de ella, supe de ella hace 4 días, luego nada. — El me miró y se sentó en el sofá.

— Tom... ¿Te gusta Sarah? — Me quedé pensando sin mirarlo, ¿Me gustaba? No podía ser así, pero es que desde la primera puta noche en que la ví algo llamó mi atención en ella.

— No lo sé Georg, pero quiero creer que no. — Lo miré y el negó con la cabeza. No quería, necesitaba hacerme saber que ella no me gustaba, no podía ser así.

— Entonces... ¿Qué harás para saber de ella? — Preguntó el, de repente abrí mis ojos grandemente, tremenda idea la que se me vino.

— ¡Bingo! ¿Y si la rastreo?

Vi como Georg me miró raro y se rió a los pocos segundos, le pegué un codazo y el se frotó

— ¿Cómo lo harás? N-

No lo dejé hablar y rápidamente me levanté del sofá y salí fuera de la pizzeria, busqué un número y rápidamente me contestó.

— Necesito la ubicación de Sarah O'connell, ahora mismo.

— Entendido.

A los pocos minutos volvió a hablar la persona.

Listo, joven.

— Gracias, enseguida te transfiero.

Le corté la llamada, esta mocosa no estaría haciéndome sentir preocupado, ya me había preocupado demasiado.
Vi la ubicación, la ubicación mandaba directamente a su casa, volví a entrar rápidamente en la pizzería y fui a donde Georg.

— Pidan un taxi, tengo cosas pendientes, no le cuentes nada a Bill.

Georg me miró confundido pero asintió con la cabeza mientras sacaba mis llaves de su pantalón, ya que yo no quería ni manejar. Me tiró las llaves y más agarré, le asentí y salí rápidamente de la pizzería.

Corrí hacía el estacionamiento y me subí en mi auto, metí la llave y arranqué, aceleré mientras miraba la ubicación que me habían mandado, estaba a 10 minutos de donde estaba yo, llegaría más rápido.
El viento golpeaba mi cara y las luces brillantes hacían que me dolieran los ojos, por lo que hacía que parpadease a cada segundo, miré hacía la carretera, dio rojo, no me importó.

Aceleré más y a los pocos minutos me encontraba estacionado enfrente de la casa de ella, Sarah.
Me bajé del auto sin sacar la mirada de su casa, tenía bastante dinero y prefería ser sencilla, cosas que simplemente la hacían ella. Me acerqué un poco a la entrada de su casa, intenté trepar la muralla, no tan alta por cierto, no tuve éxito, miré a mi alrededor, una caja tirada, corrí hacía ella y la traje, me subí encima y comencé a trepar de nuevo, caí sobre mis pies y ellos tocaron el pasto bien cortado.

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