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=Narra Keila=

Cuándo me vuelvo a despertar ya es de tarde así que camino a la cocina, cuando me detengo en seco al ver que mis padres están en ella.

Rápidamente subo a mi habitación sin que se den cuenta de mi presencia cogiendo un abrigo de mangas largas para ocultar la herida. Una vez ya oculta vuelvo a bajar con la respiración un poco agitada, pero después de varias inhalaciones vuelve a ser normal por lo que avanzo; y saludo a mis padres.

— Hola madre, y padre —al oírme dejan las cosas que estan haciendo y vienen a abrazarme.

— Hola cariño, ¿cómo estás? —pregunta mi mamá mirándome a los ojos.

— Bien —miento fríamente— ¿por qué la pregunta? —cambio la vista.

— Keila dile la verdad a tu madre —padre de repente reclama— sabemos lo que le pasó a Sofía —dice discriminatoriamente, echándole más sal a la herida.

— Si saben entonces para qué preguntan —el nudo en mi garganta no tarda en aparecer de golpe—. Creo que es más que obvio. —los miro con el ceño fruncido—. Sinceramente a qué vinieron ustedes, porque no creo que sea para saber de mí.—digo empezando a molestarme.

— Regula tu tono de voz. —exige mi padre.

— Vinimos a llevarte con nosotros. No creo que sea buena idea dejarte sola en esta casa —me responde mi madre tratando de calmar el ambiente.

— ¿Qué? —jadeo por la sorpresa que me abruma—, deben estar bromeando —en ese momento la ira estalla en mi sistema—. Ahora les preocupa que esté sola, ¿y todo este tiempo?, No les importó. —escupo con enojo cada una de mis palabras.

— Las cosas no son como piensas hija, hay cosas que no sabes y no es tu deber o derecho saberlas —dice mi padre con una voz sombría, eso causa que mi piel se erice.

— ¿Cómo que cosas?, ¿Las que ya sé? —alzo una ceja incrédula—. Que no les importo, que se la pasan viajando, que sólo están aquí para mi cumpleaños que es dentro de dos días, y se vuelven a ir hasta saber cuánto tiempo —me desahogo, ya que son tantas cosas que ahora mismo proceso, que ya es fácil decir la verdad de una maldita vez—. Si son esas, me las sé de memoria —ya en ese momento mi volumen de voz es elevado.

— No es así cariño, cálmate y deja que te expliquemos. —comenta mi madre en tono de suplica.

— ¿Explicar qué? —reviro severa—. Sinceramente no me importa, la verdad es que ustedes sólo están aquí cuando les conviene —una vez que termino la oración, me dispongo a salir de la casa porque me han hartado, pero me detengo ante las palabras de mi padre, y principalmente, su agarre tan fuerte.

— Keila detente ahora mismo, ya estoy cansado de esa actitud infantil tuya.—se acerca, y me sujeta por el brazo—. Aunque no quieras saber la verdad te la voy a decir a ver si maduras de una maldita vez. —su rostro muestra ira y cansancio pero prosigue en hablar—: En dos días cumples la mayoría de edad así que te lo voy a decir aunque tu madre está en desacuerdo. —me quedo callada, pasmada, y paranoica.

«¿Qué?, ¿qué otra mala noticia o peor que la muerte de Sofía, y luego el extraño comportamiento de mis padres?, ¿Qué?, ¿¡Qué más!?». Pienso con angustia.

Pero atenta, porque mi madre me confirma con su silencio que lo que voy a oír no va a ser agradable.

— Eres adoptada.

MI MUNDO NO ES LO QUE PARECE © [✔️]_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora