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=Narra Lucas=
[Horas antes de lo sucedido]

Después de unas cinco horas, más o menos, de insufrible contenido de asignaturas, me levanto de mi asiento para salir del salón y dirigirme a buscar la dirección de la casa de Keila. Mi primera opción; Nick, pero el muy cabezota no asistió hoy por lo que tengo que pensar en otro modo.

Tras pensar unos minutos y chequear la hora en mi celular, decido que la mejor opción que tengo es escabullirme en secretaría para poder tener acceso a los expedientes, principalmente el de cierta pelinegra.

Voy a lo largo de todo el pasillo doblando a la izquierda y luego a la derecha parando al frente de la puerta que tiene arriba de ella en letras grandes la palabra “SECRETARÍA”. Antes de hacer cualquier movimiento miro a los lados para asegurarme de no ser pillado.

En los pasillos no hay nadie, excepto yo, pero para mi desgracia el secretario y el director están adentro.

Debo pensar y actuar rápido si quiero que salgan de ahí. Así que, me dirijo al laboratorio de química, de mi bolsillo saco un encendedor acercándolo al sistema de incendio, y entonces la alarma de esta resuena por todo el colegio. Salgo rápidamente de allí ocultandome y disimulando, hasta llegar a los expedientes.

Mi plan funciona, ya que cuando vuelvo a la secretaría ésta ya está vacía. Debo andar rápido porque se van a dar cuenta, de que fue una falsa alarma.

Voy a los primeros cajones rebuscando y guiándome por la clasificación de nombres, pero nada.

Transcurren los minutos haciendo que me cuerpo se llene de ansiedad, y aumentando la posibilidad de ser atrapado cuando ni siquiera lo he sido con los asesinatos.

Obligo a mi cuerpo a andar más rápido saltando de un cajón a otro sin resultado. Sólo me falta un cajón así que debe estar ahí.

Estoy apuntado de abrirlo cuando escucho voces y pasos por el pasillo.

«Maldición se me acabó el tiempo». Pienso, y debo escapar si no quiero ser expulsado; eso me alejaría de Keila.

Me dirijo a la ventana apresuradamente, saltando a través de ésta cayendo en los arbustos de la parte trasera de la preparatoria.

Por suerte es desde el primer piso y lo hago justo a tiempo, ya que cuando salto, la puerta esta siendo forzada para abrirse.

Me quedo en los arbustos unos minutos, esperando que pasen unos frikis de las ciencias. Después, salgo como si nada hubiera pasado.

— Maldición... Maldición... —mascullo irritado.

Ya agotado me dirijo a mi casa para echar una siesta, y luego salir a buscar por mi cuenta a la pelinegra.

***

Después de haber descansado salgo a buscarla sin idea de por dónde empezar.

Al final decido ir cerca de la librería ya que ahí está el parque principal de este pueblo.

Una vez que llego me pongo a probar buscarla con la mirada.

Llevo así un rato hasta que alguien choca conmigo.

Al mirar veo que es la chica que llevo horas tratando de encontrar, y cómo casi cae, si no fuera porque la sujeto por la cintura.

Una vez que logra reincorporarse, pide disculpas.

— Lo siento no estaba viendo por donde caminaba. —dice sin levantar el rostro por estar roja de la vergüenza.

«Se ve tierna aunque tenga el aspecto de un fantasma». Pienso.

— No te preocupes Keila, se sabe que no es buen día para ti. —cuando  menciono su nombre, levanta la vista sólo para encontrarse con mi mirada evaluativa.

— Lucas —menciona mi nombre en un suspiro desalentado—, de verdad lo siento, sinceramente no estoy en mi mejor momento. —vuelve a disculparse, aún con el color rojo teñido en sus mejillas—. Nos vemos después, a-adiós —trata de escapar de la situación.

— No tengas tanta prisa —pido en un tono de voz sereno—, olvidemos este incidente. Además no te voy a dejar sola en ese estado —mi cara se muestra apenada por su estado—. Voy a ser sincero ya que creo que no te has visto en un espejo, pero pareces un fantasma —confieso jadeando—, y por favor no te ofendas.

— Está bien, incidente olvidado —hace una seña con las manos de “eliminado”—, y no me voy a molestar porque eso, es lo menos que me interesa ahora. —cambia la mirada escapando así de la mía.

— Si necesitas desahogarte te voy a escuchar —le ofresco, preocupado—, aunque lo mejor es que te lleve a tu casa, ya está oscureciendo.—extiendo mi mano con empatía.

— Gracias pero lo menos que quiero es ir a mi casa.—rechaza mi ayuda  educadamente, y con sinceridad; cosa realmente sorprendente.

— Si no quieres volver a tu casa ¿dónde vas a pasar la noche? —le pregunto con preocupación—. Tu cuerpo pide a gritos que necesitas descansar.

— No lo sé —frunce el ceño ligeramente, y luego lo relaja—, pero para mi casa no voy... Ese ya no es mi hogar. —me desafía con la mirada y se defiende de mis interrogantes.

Sinceramente esa valentía que muestra me encanta.

— Está bien, cálmate un poco. Si no tienes dónde estar, puedes quedarte en mi casa. —le ofresco, y sucara muestra que ha hecho cortocircuito por lo que agrego—: Sé que debo sonar, extraño.... ya que apenas nos conocemos, pero tampoco puedo dejarte en la calle, y menos sola —trato de transmitirle toda la  seguridad posible.

— ¿Dónde dormiría si aceptara? —cuestiona mi oferta.

— Yo dormiría en el sofá de sala de estar, y tu en la cama del cuarto, ya que se nota que necesitas descanso —espondo reprimiendo una pequeña sonrisa—. No me digas que pensaste que íbamos a dormir juntos. —sonrío sin mostrar los dientes—. Eres un poco pervertida, aunque no te culpo, ¿quién no quisiera estar con chico como yo? —muestro una sonrisa más amplia, divertido.

— Claro que no pensé eso, no seas idiota. —pone los ojos en blanco—. No malinterpretes las cosas, lo acepto porque no quiero ver a quienes se suponía que eran mi familia, y porque discutí con Nick, así que no me puedo quedar con él. —frunce su ceño—. Anda, guía el camino, a ver si termino el día sin más sorpresas.

Tras eso, de queda en silencio esperando mi respuesta.

— Lo que ordene la señorita. —imito una voz muy ronca y divertida—. Sígame a su lugar de descanso.

Se le escapa una risa pequeña ante mi actitud; lo que la hace ver preciosa.

Empezamos a caminar en silencio hasta que llegamos a mi hogar.

Una vez adentro la llevo a donde va a dormir, y después, la dejo sola para que recupere fuerzas.

Luego me dirijo a la cocina, me sirvo un poco de vino, y entonces, trato de responder; “¿Por qué me pareció linda y tierna aún cuando está en pésimo estado?”

Después de varios sorbos a mi bebida, la única respuesta lógica... ¿Es que me gusta?

Eso no puede ser posible, en estos 2 400 años de vida, nunca, me ha pasado. ¿Por qué ahora?.

Sin ganas de seguir cuestionando en mi mente cómo pasó —aunque no estoy seguro de que esa respuesta me convenza—, me voy a dormir en el sofá de la sala de estar.

<Autora>

Wow que revelación nos vemos en el próximo capitulo

MI MUNDO NO ES LO QUE PARECE © [✔️]_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora