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Yoongi se mantuvo toda la tarde pensando en ello hasta que su teléfono volvió a sonar, quería apagarlo pero sabía que si no contestaba iban a irrumpir en su departamento pronto.

—Pienso que realmente nos odias.—sonó la voz enojada tras la línea.—¿bueno?...al menos di algo.

Espero en silencio y no fue hasta que escuchó una maldición que decidió contestar.

—Dea, ¿que quieres?.

—Al fin. Sabes, aquí estuvieron jodiendo sobre qué haces falta y esas mierdas y no lo soporto.

—Mmh.

—Claro, porque pensé que te importaría. Eres tú en primer lug-

Apartó el teléfono al escuchar un ruido fuerte y no fue hasta que hubo silencio que nuevamente acercó el aparato a su oreja.

—¿Yoongi eres tú?.

Ahora era una voz diferente, más tranquila y grave, por un momento se imaginó al chico sosteniendo el teléfono con ambas manos como era costumbre mientras veía hacia alguna parte con el ceño fruncido, lo había visto tantas veces hacerlo que era raro tener ahora esa imagen ahí en su mente.

—Lee.

—No le hagas caso a esa loca, ignórala. Solamente estábamos preocupados pero ahora que diste señales de vida todo está bien, ho espera un momento,—espero paciente de nuevo apartando el teléfono en lo que al parecer eran gritos de Dea diciendo quien sabe que, noto al felino blanco colocarse a su lado y él se recargo completamente en el respaldo del sillón.—¿como estuvo tu viaje?.

¿Viaje?, mentiroso.

No pudo evitar ponerse tenso al recordar y como si fuera una señal el felino volvió a restregarse en el. Días antes del "incidente" había querido renunciar a su trabajo pero al hacerlo su jefe se lo negó y ¿cual fue el resultado final?, le habían dado sólo un par de días, así como pequeñas vacaciones y bueno para evitar preguntas que la verdad odiaría tener que responder, dijo que iría a un viaje. Al menos uno del que no tenía intención de regresar.

—No estuvo mal.

—¿Enserio?, me alegro.

Ahora Lee estaba sonriendo, estaba seguro.

—Yoongi, regresarás verdad. Hablé con Ji-Yeon y está dispuesto a recibirte de nuevo y antes de que te niegues por favor piénsalo.

—Lo pensaré.

—Bien, tengo que irme ya sabes el deber me llama.

Colgó el teléfono aventándolo por ahí y tuvo que darse un momento para reponerse ni siquiera se había dado cuenta del leve temblor de sus manos así que las froto entre ellas. Respiro hondo un par de veces y al cabo de unos minutos ya se encontraba mejor.

No era buena idea pero era necesario, así que no había nada que pensar.

—No viviré mucho tiempo tranquilo solo con mis ahorros verdad, así que no tengo opción.

Recordó él sobre qué le habían entregado, había sido el mismo que había preparado para los gastos funerarios y había encargado que lo dejaran en la residencia de su madre. Porque al menos no quería que gastaran su dinero en el, dar molestias no era lo suyo.

Volvería a poner ese dinero al banco y reponer cada centavo que había gastado, realmente haciendo cuentas no fue mucho ya que el seguro que había contratado cubrió en su mayoría todo. Bueno, comida y todo sobre el gato que ahora se encontraba sobre su regazo dormitando tenía que correr por su cuenta.

Entonces escarbando en ello ya había algo que dependía de él. Hizo una mueca disgustado aún por cómo eso sonaba en su cabeza.

—Entonces eres como mi hijo.—se dijo a si mismo.

Si, ese era un buen término aunque no estuviera muy convencido. Al menos los gatos eran más independientes, no usaban pañal o hacían berrinches como varias veces le tocó presenciar en el restaurante en el que trabajaba.

De nuevo acaricio al felino y trato de mentalizarse, darse el mismo el animo que estaba seguro enormemente le faltaba.

Esa mañana había amanecido muy fría, se levantó cerrando la ventana que había olvidado abierta en cuanto se metió a dormir anoche. Ya aseado y vestido decidió ir directamente al centro, donde estaba el restaurante donde trabajaba y esperaban después de mandar un mensaje a uno de sus ex compañeros avisando que iría.

No fue mucho tiempo, solo unos veinte minutos caminando ya que prefería hacerlo en vez de tomar un taxi que claramente lo haría llegar en menos de cinco.

Con sus manos metidas en su chaqueta y exhalando creando vaho en el aire pudo visualizar el lugar, una fachada en  negro con blanco y gris, adornado con flores elegantes, lámparas incrustadas a los lados y la puerta enorme de cristal junto a un colega ahí mismo en un traje elegante dando la bienvenida a los clientes.

Symphony of tastes.

¿Que significaba?, la verdad ni idea solamente creía que lo llamaron así porque sonaba elegante. Entro y en cuanto a lo primero que vio fue a Dea caminar a una mesa con una bandeja plateada llena de comida y en su típico traje negro de mesera y Lee bueno como siempre en caja.

Se acercó al último y en cuanto lo vio Lee agradeció no tener demasiada gente esa mañana.

—Llegaste. Yoongi no sabes lo mucho que te extrañe. B-Bueno ambos ya sabes...

Yoongi solamente se mantuvo en su sitio sin inmutarse ante las palabras que dijo, si era cierto que Lee era joven y muy expresivo, demasiado al menos con él y Dea, pero en su convivencia diaria en el pasado lo hizo acostumbrarse a eso.

—¿Está adentro?.

—Si, ¿quieres que te acompañe?, puedo intentar ayudarte.

—No, iré yo solo, ya hiciste mucho por mí y te agradezco.

Lee abrió sus ojos sorprendido y no pudo evitar ponerse nervioso.

—No digas eso.

Yoongi lo vio agachar la mirada así que rodó los ojos ante la acción, sin decir nada más rodeó la barra y se adentró abriendo una puerta color caoba.

Rápidamente encontró la oficina o el intento de ella y tocó la puerta, un par de segundos y una voz le dio luz verde, no lo pensó y solamente se adentró.

El gato blanco (Yoonmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora