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—Por favor pásame la metádona.

Hoseok rodeó la isla en medio del cuarto, con prisa sacó el frasco de uno de los estantes y se lo extendió a Rose que ya tenía al felino gris recostado en la mesa de metal pegada a una pared, la luz blanca alumbraba y varias personas ingresaron al lugar sin siquiera esperar órdenes.

Jimin solo los veía moverse de un lado a otro sin saber a ciencia cierta que era lo que realmente hacían desde su jaula, sus ojos batallaban por cerrarse y sin embargo luchó cada segundo para mantenerlos abiertos.

—Está muy mal Hoseok, no sé si podrá lograrlo.

¿No podrá lograrlo?, eso era malo verdad.

Su corazón bombeo rápido sintiéndose cada segundo que pasaba más inquieto, se movió agitando su jaula la cual se oyó por encima del silencio que se había formado en el lugar, logrando llamar la atención de las personas que se hacían cargo de su compañero, maulló y solo espero que entendieran un poco lo que intentaba decirles con desesperación.

"Ayúdenlo por favor".

Rose de inmediato volvió su vista e inhaló con profundidad, negó y desechó cualquier pensamiento malo. Sus manos se mantuvieron sobre la gran herida que tenía sobre su costado derecho, presionando la gasa que poco a poco se manchaba con la sangre que salía del felino, a su lado uno de sus compañeros preparó el instrumental que usarían. Tenia si o si que operar y solo esperaba que aguantara ante la pérdida de sangre.

De nuevo escucharon maullidos, uno más fuerte que el anterior, logrando sentir ansiedad y desesperación, era entendible su compañero estaba muriendo y él podía sentirlo.

—Llévenselo al otro consultorio y terminen de atenderlo.

Una chica de cabello negro corto se apresuró a tomar la jaula y salir.

Mientras Jimin se retorcía tratando de no perderlo de vista.

Resiste, resiste, resiste.—exclamó, esperando con todo su ser que lo hubiese escuchado.

Los minutos parecieron horas y cuando terminaron de examinarlo le dieron un baño y se aseguraron de que no eran más que rasguños y tierra que se le había pegado en el pelaje.

—Valla, así que debajo de todo esa mugre había una preciosidad.—suspiro la chica que se lo había llevado.

—Déjalo en paz Unji.

—¿Pero que?, dios Hoseok no aparezcas así de repente.—Puso su mano sobre su pecho.

Hoseok se acercó al cubículo individual donde lo habían metido, una pared estaba llena de ellos, todos divididos en cuadrados del mismo tamaño y solo una delgada puerta de plástico  transparente los separaba.

—El está bien pequeño, fue duro pero lo logró.—Lo miro buscando sus ojos, manteniéndose ahí, tratando de transmitirle calma.

Lo hizo porque de inmediato Jimin sintió ese horrible dolor disiparse y su cola se alzó meneándose lentamente en respuesta.

—¿Aún no ha comido?.—pregunto Hoseok enderezándose en su mismo lugar

—No ha querido pero le insistiremos de nuevo.

Asintió guardando sus manos en los bolsillos de la bata blanca que traía puesta y volteó a mirarla.

—Bien, ¿Song no ha llegado?.

La mujer negó y Hoseok bufo irritado.

—Donde se metió.

—Le llamaron del hospital. Hace unos días llego un paciente y bueno, sigue con la idea de que adopten a una mascota.

—Dios, esa mujer.

—Bueno gracias a ella hemos podido llegar hasta donde estamos.

Rose entró colocándose a su costado y le dio una palmada en su espalda.

—¿Ahora también la defiendes?.—dijo indignado.

—No, solamente digo lo obvio y eso no hace que esté del todo de acuerdo con lo que hace.

Era complicado, más de lo que se creía ya que nada les garantizaba que estos lograran encontrar un dueño que antes de darle lo necesario los quisiera.

—En cuanto llegue avísanos.

La mujer asintió y solo los vio salir ambos del lugar.

Por la noche Song llegó y de inmediato se vio abordada por Unji. Al parecer aún no se iban los dos médicos veterinarios a cargo y eso le extrañaba ya que usualmente ella era la única que se quedaba a hacer guardia por la noche.

Llego a la oficina y de inmediato entro.

—No pagó horas extras chicos, eso ya deberían saberlo.

Ambos la miraron sentados sobre el largo sofá naranja en medio del lugar.

—No es eso, solamente queríamos mantenerte al tanto de lo que pasó en nuestra inspección al bosque en la mañana.

Song pasó de ellos tomando asiento en el escritorio de madera negra recargando sus manos, cruzando sus dedos y recargando su mentón en estos.

—¿Alguna novedad?.

—Encontramos dos gatos.—solto Hoseok.

Song enarco una ceja.

—¿Enserio?.

Los dos asintieron al mismo tiempo.

—Bien, es raro, muy raro.

Lo era ya que el hospital se encontraba muy lejos de alguna zona poblada, imaginar que tuvieron que recorrer bastante y verse expuestos a interminables peligros le heló la sangre.

Rose se levanto de su lugar y tomó el folder que había dejado encima de sus piernas para extendérselo.

—Fueron atacados. Uno de ellos fue gravemente herido y por suerte el otro solo sufrió un par de rasguños, nada que no hayamos podido tratar.

—Entiendo.—hojeo el interior de este y se detuvo en el par de fotografías que habían tomado.—Dejen que se recupere y en cuanto esté—señaló.—el gato blanco, prepárenlo. Aliméntenlo bien, vacúnenlo y que sus papeles estén en orden.

—¿No es demasiado pronto?—pregunto Hoseok.—Además, no creo que le caiga bien separarlos. Fui a verlo después de la operación y no quería comer.

Song lo miro por un momento y negó,  nada de lo que le dijera la haría cambiar de opinión.

—No pregunte. Hagan lo que les pido.

A regañardientes Rose sacó a Hoseok antes de que a este se le ocurriera decir algo más y comenzar una discusión que sabía muy bien no lo llevaría a nada.

Caminaron por el largo pasillo y fueron hasta la sección de casilleros donde tomaron sus abrigos para salir e irse al conjunto de edificios donde se les había asignado un cuarto a cada uno.

—Está loca.

Rose volteó los ojos y lo jalo para que apurara el paso.

—Lo sé, pero es nuestra jefa.

El gato blanco (Yoonmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora