(II) II ─ Sí, acepto

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Cinco horas, 32 minutos.

─ ¿Quieres un poco más de agua? Los invitados ya están llegando, no creo que podamos sentarnos luego. ─ Dijo Shang, que llevaba un traje tradicional Chino para el día de su matrimonio.

─ Estaría bien, por favor.─ Suspiraste un poco nerviosa.

Estaban terminando de retocar los últimos detalles de tu maquillaje y a la vez cabello. Tu vestido era tan dramático que se te hacía demasiado incómodo mantenerte sentada y el hecho de saber que ibas a tener que estar así por horas te abrumaba. Tu cabello estaba suelto y completamente liso, tenías un maquillaje delicado que sólo resaltaba el verde de tus ojos.

─ Elizabeth. ─ Llamaste a la encargada de tu vestido, que yacia en tu espalda, arreglando la parte trasera del corset del vestido.

─ Dígame.

─ ¿Trajiste lo que te pedí? ─ Terminaron de retocar tu maquillaje y te pusiste de pie.

─ Por supuesto señorita, sígame para mostrarle. ─ Hizo una pequeña reverencia y te guió por la habitación, hasta llegar a una pequeña habitación que estaba por dentro, abriendo la puerta y extendiendo sus manos hacia la prenda que ahora tenías en frente.

A pesar de tu inexpresivo rostro, no pudiste evitar que tus ojos se abrieran en grande y que un jadeo de sorpresa escapara de tus labios. En frente de ti tenías la viva imágen de lo que habías estado imaginando todo ese tiempo, era exactamente el vestido perfecto para la ocasión, sentías como manos externas se posaban encima de ti para acomodar los últimos detalles de tu vestido de boda pero tu foco estaba centrado en la azabache prenda en frente de tus ojos, no eras capaz de asimilar lo precioso que era.

Pero no le habías dado ni una sola mirada al vestido que llevabas puesto, con el que te ibas a casar.

─ Déjalo colgado a mi vista, que se me haga fácil sacarlo cuando tenga que cambiarme. ─ Dijiste demandante y te volteaste, viendo de reojo como las encargadas se apresuraban en acatar tus órdenes.

Sacudiste las manos en frente de las encargadas de tu vestido y les hiciste una mueca, eso fue suficiente para que tomaran distancia de ti y no tardaron en notar tus deseos de permanecer a solas en la habitación. Cuando finalmente eras tú la única presente, te diste el tiempo de ponerte de pie en frente de un espejo a cuerpo completo y te fijaste en cada mínimo detalle en ti, desde el maquillaje hasta las sutiles piedras que adornaban la punta de tus zapatos.

"Perfecto" esa era la palabra que resonaba dentro de tu cabeza cada vez que contemplabas cada detalle, todo era simplemente perfecto, tal cual lo planeabas.

Cuatro horas, 19 minutos.

─ ¿Alme? ─ Por el reflejo del espejo viste a Shang, de pie junto a la puerta, con una expresión afligida.

─ Ahora qué.─ Te volteaste con una ceja levantada, peligrando que hubiese pasado algo que estropeara todo.

─ Están llegando los invitados y el sacerdote ya está acomodando las cosas en el altar. ─ Suspiraste y ladeaste la cabeza, ahora Shang estaba cabizbajo.─ Lo sé, lo sé, sé que dije que me haría cargo de esto, pero son demasiados invitados y no puedo controlar esto.

─ Está bien, te pedí algo difícil, simplemente avísales a "ellos" que haremos los votos dentro de una hora, adelantemos un poco esto. ─ Tomaste tu velo y lo acomodaste.─ Llama a mi padre.

─ De hecho está afuera y esta esperando que yo salga de la habitación, para entrar el. ─ Se rascó la nuca nervioso, temía por su vida cuando lo fulminabas con la mirada.

Tomaste una bocanada de aire y acomodaste tu cabello por última vez, sabías que era necesario ese momento antes de concretar todo, pero no temrinabas por sentirte lista. Suspiraste una vez más, sabiendo que no tenías tiempo para acobardarte ni mucho menos echarte para atrás, era ahora o nunca.

Smooth Operator ─ 𝐻𝑜𝑏𝑖𝑒 𝐵𝑟𝑜𝑤𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora