El despertador sonó como lo hacía casi todos los días a las seis de la mañana. Dante estiró su mano hasta alcanzar su celular y apagó la alarma para luego darse la vuelta y seguir durmiendo. No le importaba mucho, había estado haciendo eso durante todas las vacaciones de verano porque nunca recordaba desactivarla permanentemente.
Poco rato después, un rayo de luz se asomó a través de una apertura entre las cortinas y golpeó la cara de Dante, el cual molesto, se levantó a cerrar bien las cortinas.
Al acercarse y tomar la cortina, alcanzó a ver algunos niños correr hacia un autobús escolar.
—Hmm... ¿Por qué corren? —pensó— ¿Y por qué llevan mochilas?
Fue entonces que corrió a ver su teléfono, el cual indicaba que eran las seis y cuarenta del lunes 5 de septiembre de 2022.
—¡Maldición! —gritó al mismo tiempo que entró corriendo a ducharse.
Era el inicio de clases, su primer día de universidad, y lo había olvidado por completo. Aunque cobraba más sentido al recordar que el sábado anterior había sido el cumpleaños de Sandra, su mejor amiga de la preparatoria, quien cumple años el 3 de septiembre.
—¡Dante! ¡Apúrate! —gritó su madre desde el piso de abajo.
—¡Ya voy! —respondió con la cabeza atorada en la manga de su playera.
A como pudo logró terminar de vestirse y bajar corriendo por las escaleras.
—¿No vas a desayunar? —preguntó su mamá.
—No, ya no me da tiempo —dijo mientras tomaba una cajita de jugo y la metía en una de las bolsas al costado de su mochila.
—Pero te dije que te levantaras temprano y dejaras lista tu mochila. ¿Ves? Ahora sales corriendo y vas tarde aun así —dijo su madre con el ceño fruncido.
Él hizo una mueca, pero guardó su enojo.
—Sí, sí. Ya me voy —dijo dándole un beso en la frente a su progenitora.
—Bueno hijito, que te vaya bien —dijo ella con una sonrisa.
Dante salió de su casa corriendo, torciéndose un pie de paso, pero justo en ese momento pasó una combi que lo llevaba a su escuela.
Le hizo la parada y se subió. Iba parado y apretado contra otras personas que se dirigían a sus respectivas escuelas y trabajos. Se sentía el calor encerrado de tantas personas, acompañado por una mezcla de olores a diversos perfumes. La magia del transporte público mexicano.
Llegó a la universidad con las manos entumidas de ir agarrado de unas insipientes barras de metal atornilladas al techo de la combi por diez minutos.
Entró al campus y se dirigió a la facultad de arquitectura, donde buscó su salón; el grupo 111.
Entró a aquel salón a eso de las 7:20 de la mañana, pero afortunadamente el profesor no había llegado aún. Tomó asiento en una butaca vacía al lado de un chico que estaba jugando Plantas vs Zombis en su celular.
Dante sacó su celular y le mandó un mensaje a Sandra para contarle su poco glamuroso inicio de día. Su mensaje no fue entregado, por lo que supuso que su amiga se habría quedado sin datos. Un instante después, un hombre alto y canoso entró al salón.
—Buenos días muchachos, soy el Maestro Rogelio Rodríguez y les voy a dar la clase de Habilidades para la Comunicación. Van a presentarse con su nombre, edad, escuela de procedencia y de dónde vienen. Es para que podamos conocernos mejor —dijo aquel hombre colocando su pequeño maletín en el escritorio.
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Las Flores de Dante
RomanceEl romance adolescente pasó de moda. Lo de hoy es el amor universitario. Sigue la historia de este romance universitario siguiendo la vida amorosa de Dante Alcocer.