Damián
Nos encontrábamos camino de regreso a casa. Mi hermana y yo no hablamos más del tema. De hecho, ni siquiera íbamos hablando. Sólo íbamos en silencio.
Ese silencio no era como los silencios que suelen haber entre nosotros. Se siente incómodo.
La relación con mi hermana siempre ha sido bastante agradable, pero hoy no se siente así.
—Entonces —Daria decidió romper ese silencio—. ¿Qué opinas?
—¿De qué? —pregunté intentando evadir su cuestionamiento.
—De lo mío con...
—¡Ah! —interrumpí— Pues... Está bien.
Daria me volteó a ver con una cara que denotaba cierta preocupación.
—¿Pasa algo? —preguntó.
—No. Claro que no —solté sacudiendo la cabeza de un lado a otro—. Es sólo que... Me tomó por sorpresa.
—No lo sé —dijo apartando un mechón de cabello de su cara—. No te ves muy de acuerdo. Es más, parecía que Dan tampoco lo está.
En ese instante pasaron muchas cosas por mi cabeza. ¿Tenía que contarle lo que pasó? Pero... ¿Y si no me cree?
—Es que... —mis manos se pusieron frías y empecé a temblar. Estaba realmente nervioso— Pasaron algunas cosas.
—¿Cómo qué? —cuestionó deteniéndose un instante.
—Bueno... En la fiesta... —cuando estaba por contarle, mi celular me interrumpió.
Contesté la llamada.
—Escucha muy bien lo que te voy a decir... —dijo una voz que me parecía conocida, pero parecía tener algún filtro aplicado. Lo que me dijo me hizo erizar la piel.
Dante
Damián y Daria pasaron a dejarme a mi casa. Raúl se fue por su cuenta porque tenía cosas que hacer.
No podía dejar de pensar en la noticia que nos dio Daria. Me preocupaba.
Me acosté en mi cama y me quedé reflexionando. ¿Deberíamos contarle lo que ocurrió con Valentín en la fiesta? ¿Y si no nos cree? ¿Y si piensa que todo esto es una especie de complot?
Mientras más pensaba, más me aturdía, hasta que en un punto comencé a llorar. Realmente no sabía qué hacer.
Luego de un rato, me quedé dormido.
Comencé a soñar. Estaba sentado en una banqueta debajo del cielo nocturno. La tenue luz de una lámpara vieja y parpadeante de un poste alumbraba el concreto frente a mí.
Estaba solo, no habían coches pasando, sólo una antigua camioneta oxidada y con las llantas ponchadas junto a la banqueta de enfrente. De pronto, alguien se sentó a mi lado; volteé a ver y era aquel muchacho de noble mirada. Se sentó ahí sin decir nada. Sólo mirándome con una sonrisa en su rostro.
De pronto, un ruido salió de aquella camioneta abandonada, haciendo que volviera la vista a ella por un momento, y cuando volví a mirar en dirección de Damián, ya no estaba. En su lugar, un Valentín con una expresión de psicópata estaba parado donde segundos antes estaba Damián.
Me levanté rápidamente y comencé a correr. Él comenzó a seguirme mientras yo sentía que mis pies cada vez pesaban más y más, hasta que de pronto tropecé y justo antes de golpearme contra el suelo, desperté de un brinco.
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Las Flores de Dante
RomanceEl romance adolescente pasó de moda. Lo de hoy es el amor universitario. Sigue la historia de este romance universitario siguiendo la vida amorosa de Dante Alcocer.