5. La Cita

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En cuanto llegué a mi casa, me dispuse a hacer mi tarea.

No era tanta ni tan difícil, así que no tardaría mucho haciéndola. Al cabo de una hora, cuando estaba a punto de terminarla, el tono de mi celular me hizo voltear a verlo.

—Huh... Este número no lo conozco —pensé.

Los nervios y el miedo me recorrieron entero. ¿Qué debía hacer? ¿Y si contestaba? ¿Quién sería? ¿Y si era él?

En un impulso, decidí contestar.

—¿Hola?

—¡Hola, Dan! —dijo esa voz grave que me hizo tranquilizarme y emocionarme a la vez— Soy Damián. Te llamo para avisarte que Raúl ya está mejor, tal parece que simplemente tomó un poco de más.

—¡Ah! ¡Gracias al cielo! —respondí.

—¡Sí! Es un alivio, ¿No?

—Sí que lo es.

—Oye, por cierto... —dijo cambiando su tono a uno un poco tímido— ¿Estás ocupado?

—Eh... Estoy terminando mi tarea, pero ya casi acabo. ¿Por qué? —pregunté.

—Es que... —dijo con aún más timidez en su voz— Yo... Yo quería saber si querías salir conmigo un rato —realmente me dio mucha ternura cómo se escuchaba.

—¡Claro! —dije sin dudar— Sólo termino unas cositas y listo.

—Va. Te veo frente a la escuela en... ¿Una hora te parece bien?

Revisé el reloj, eran las 6:40 de la tarde.

—Sí, en una hora está bien —dije.

—De acuerdo. Te veo en un rato entonces —dijo con entusiasmo.

Acto seguido colgué la llamada.

Decidí que podría terminar la tarea de regreso, así que me levanté y me metí a bañar.

Una vez terminé, me lavé los dientes y luego salí a escoger qué ponerme.

Decidí ponerme una camisa blanca con una estrella en el pecho y unos jeans azules.

Me puse mi perfume favorito y me peiné. Me veía muy bien, según yo.

Afuera estaba haciendo bastante frío ahora, así que decidí también ponerme una chamarra de peluchito marrón.

Tomé mi teléfono, mi billetera y mis llaves y salí de mi casa. Tomé el autobús y llegué a la escuela.

A las 7:40, ni un minuto más, ni un minuto menos, Damián llegó. Venía vestido con unos jeans negros, una camisa roja y un suéter blanco con toques rojos. Se veía muy guapo a mi parecer.

—¡Hola! —me saludó y me abrazó. Olía muy rico.

—¡Hola! —le respondí mientras correspondía a su abrazo.

—Hueles muy bien —me dijo mientras me soltaba para verme a la cara.

—Gracias... —dije mientras sentía cómo mi cara enrojecía— Tú también hueles muy rico.

—¡Gracias! —dijo sonriendo— Por cierto, te traje esto —dijo mientras sacaba algo de su bolsillo. Era un llaverito de abejita. Era muy adorable.

—Awww —dije—. No debiste molestarte.

—No es ninguna molestia —respondió.

Comenzamos a caminar. En el camino me fuimos platicando de nuestros animales favoritos. El suyo son los elefantes. Dice que le gustan mucho porque son muy inteligentes y escuchó alguna vez que a ellos los humanos les damos ternura como a nosotros nos dan ternura los cachorritos. En cambio a mí me gustan mucho las arañas saltarinas. Se ven muy tiernas y me gusta cuando voltean a verme con sus grandes ojos.

Las Flores de DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora