Luego de pasar el resto de la tarde encerrado en mi habitación me puse a pensar en lo poco probable que era que él me encontrara en esta ciudad. Es demasiado grande y está bastante lejos de Valles.
La alarma sonó como de costumbre, me bañé, me vestí y bajé a desayunar. Una vez terminé, volví a subir para lavarme los dientes y terminar de arreglar mi mochila con las cosas que llevaría hoy.
Salí de casa a tiempo para tomar el autobús. Una vez que llegué a la escuela noté que tenía algunas llamadas perdidas de ese número, pero todas eran de ayer. Decidí bloquearlo y seguir con mi vida.
Caminé hacia mi salón. Cuando entré, vi a Daria y a Damián sentados platicando. Raúl aún no llegaba.
Cuando Damián me vio, se levantó rápidamente y se abalanzó sobre mí.
—¡Dante! —gritó mientras me abrazaba— ¿Estás bien? Me tenías muy preocupado.
—Nos tenías muy preocupados a los dos —añadió Daria—. ¿Qué te pasó? Dami me contó que te fuiste corriendo de la casa.
Pensé en si debería contarles o simplemente inventar algo.
—Eh... No es nada, un asuntito por ahí pero nada grave —dije.
Damián aún no me dejaba de abrazar. Por estar tan inmiscuido en mis pensamientos sobre qué decirles, ni siquiera había caído en cuenta de que él estaba abrazándome y yo no estaba correspondiendo, así que, como él es más alto que yo, lo rodeé de la cintura con mis brazos, dejándome sentir su torso bien esculpido. Entonces él me apretó un poco más. Se sintió... Acogedor.
—No vuelvas a hacer eso, por favor —dijo Damián mientras me soltaba.
—Está bien, ya no lo haré —respondí bajando un poco la mirada.
Daria se levantó y me abrazó también.
—¡Ah! Por cierto... —exclamó Damián luego de unos segundos— Aún no me has dado tu número, Dan.
—Cierto —dije para acto seguido darle mi número.
—¡Listo! —dijo él con una sonrisa en su rostro.
Entonces, un chico muy alto y de complexión similar a Damián, pero de piel más clara, ojos grises y cabello negro llegó al salón.
—¡Damián! —gritó— ¿Qué haces aquí? Ya va a comenzar la clase.
—¡Hey! Ven, mira —le dijo mientras lo empujaba hacia nosotros—. Ella es mi hermana, Daria, y él es Dante —nos presentó con aquél chico.
—Eh... Hola, me llamo Valentín —dijo mientras me miraba a mí y le daba la mano a Daria.
—¡Encantada de conocerte, Valentín! —dijo Daria con evidente entusiasmo.
—Hola Valentín —me limité a decir sin darle la mano ni nada.
—Hola Dante —respondió él.
Sentí una vibra extraña de ese tipo. No me dejó de ver directamente a los ojos durante los pocos segundos que estuvieron ahí. Me estaba comenzando a poner realmente nervioso.
—Bueno, nosotros tenemos que irnos —dijo Damián dándole una palmadita en el hombro a Valentín—. Nos vemos luego —se despidió con la mano, pero al voltear a verme a mí, me guiñó el ojo.
Valentín sólo se limitó a sonreír y seguir viéndome.
Una vez iban alejándose, Valentín volteaba de vez en cuando hacia nuestro salón.
—¿Viste lo guapo que es? —parecía que a Daria le había gustado aquél chico.
—Mmm... Es... Lindo, supongo —a mí no me gustaba del todo. No es que fuera feo ni nada por el estilo, pero simplemente había algo en él que no me cuadraba.
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Las Flores de Dante
RomanceEl romance adolescente pasó de moda. Lo de hoy es el amor universitario. Sigue la historia de este romance universitario siguiendo la vida amorosa de Dante Alcocer.