Mi mamá llegó pocos minutos luego de terminarme mis quesadillas. Dijo que tardó un poco porque primero pasó con los policías a revisar que no hubiera nadie en la casa.
—Muchas gracias, comadre —le agradeció por milésima vez a doña Luciana.
—No es nada, ya sabe —respondió tan amable la señora con gesto gentil.
—Oye hijo —dijo mi madre volteando a verme—, ¿Por qué no le das tu número a Carlitos?
Carlos simplemente me quedó mirando.
—Bueno, no sé si se hayan llevado mi teléfono —aclaré—, pero está bien.
Carlos asintió, desbloqueó su teléfono, entró a la aplicación del teléfono y me lo dio. Anoté mi número en él y le regresé su celular.
—A ver cuándo vienen a tomar un cafecito con nosotros —agregó doña Luciana.
—¡Ah! —exclamó mi madre— Curiosamente mañana tengo el día libre. ¿Le parece si quedamos mañana a las siete de la noche? Creo que a esa hora ya salió Dantecito de la escuela —añadió haciendo un ligero énfasis en el diminutivo de mi nombre y ensartando ligeramente su codo en mi costilla.
—Eh... Claro, me parece bien —respondí.
—Perfecto entonces, ¡hasta mañana! —dijo doña Luciana bastante alegre.
Nos despedimos de Doña Luciana y Carlos antes de subir al coche para regresar a casa. En el transcurso mi mamá me contó que los policías no encontraron rastro de nadie, más que la puerta abierta, pero que no tenía señales de haber sido abierta a la fuerza, así que no sabemos cómo entró esa persona.
Cuando llegamos a la casa, volvimos a revisar por si las dudas. No había nadie. Le conté que ya había cenado y que no tenía hambre, y ella me dijo que estaba muy cansada y tampoco tenía hambre, así que cada quién se fue a su respectiva habitación.
Una vez dentro me quité la ropa y me metí a bañar. El agua fría me ayudó a tranquilizarme por completo, al mismo tiempo que estaba reflexionando. Fue ahí donde lamentablemente recordé la situación con Damián. De nuevo me dieron ganas de llorar, pero me contuve.
Al salir del baño me puse la pijama y procedí a buscar mi celular. Estaba tirado a un lado de mi cama, pero no parecía haber sido dañado ni nada. Lo desbloqueé y vi que tenía algunos mensajes de Raúl, mensajes del grupo del salón y un mensaje de un número desconocido:
"Hola, soy Carlos. :)"
Abrí su chat y pensé por un minuto qué debía responderle, o incluso si debía hacerlo. Era un mensaje corto y muy de cajón. Luego de un rato de pensar, decidí responderle. Igual, iba a ser incómodo verlo mañana sin haberle respondido.
"Hola, ahorita te agrego."
Acto seguido agendé su número tal cual como "Carlos".
Una vez hecho eso, salí de WhatsApp y me metí a Instagram. La curiosidad me ganaba, necesitaba saber si Damián me había bloqueado también de ahí. Cuando busqué su perfil un alivio invadió mi pecho. No me había bloqueado y tampoco me había dejado de seguir.
Quise escribirle, pero entonces pensé que tal vez estaría pasando por alguna situación difícil y no quería abrumarlo, así que me contuve, pero de igual manera me quedé mucho más tranquilo.
Justo en eso estaba cuando me llegó un mensaje de Carlos. Decidí responderle en ese momento y se hizo una conversación:
Gracias ;)
Por cierto, ¿Sí estaban bien las quesadillas o sólo lo dijiste por cortesía?
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Las Flores de Dante
RomansEl romance adolescente pasó de moda. Lo de hoy es el amor universitario. Sigue la historia de este romance universitario siguiendo la vida amorosa de Dante Alcocer.