Capítulo 17

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Al día siguiente, Nochebuena, le dio el día libre y se sentó en su salón leyendo en el sofá, con Odín sentado en el respaldo.

Era la primera vez en mucho tiempo que el pájaro se había dignado salir de su dormitorio, a pesar de tener libertad en sus habitaciones, y permiso para ir a donde quisiera en el castillo y los terrenos y no tenía dudas de que el cambio de comportamiento del pájaro era debido al cariño que recibió de la chica.

Por extraño que parezca, el pájaro se había unido a él en la ducha la noche anterior, algo que no había hecho en mucho tiempo y desde entonces había estado acicalándose intensamente durante casi todas sus horas de vigilia, otra cosa que no se había molestado en hacer en un largo tiempo.

Se había acicalado hasta brillar, frotando el aceite de su glándula de acicalamiento sobre todas sus plumas hasta que ya no parecía la cosa polvorienta y apolillada que había sido durante más tiempo del que Severus quería recordar.

El pájaro, que ya estaba en su adolescencia, había estado tranquilo, retraído y deprimido últimamente, sin tomarse la molestia de acicalarse, hacer ejercicio o comer mucho y a Severus le preocupaba perderlo pronto, y este gran cambio fue sorprendente por decir lo menos.

Todo para impresionar a una chica bonita, pensó para sí mismo con una mueca de desprecio.

Sintiendo hacia dónde iban sus pensamientos, el pájaro ladeó una cabeza hacia él y luego dio un fuerte tirón al cabello color ébano de Severus y luego un picotazo en la piel de su cuello, siseó entre dientes ante el dolor agudo de ambas acciones, pero en la mirada de su familiar había una pregunta, ¿Y bien? Tuvo que conceder el punto, Touché pajarraco.

Entonces, tal vez había pasado más tiempo asegurándose de que su cabello estuviera siempre limpio y en buen estado, y tal vez se estaba duchando más a menudo y cuidándose mejor, vistiendo sus mejores túnicas hechas a medida y usando su jabón casero con sándalo.

El pájaro se rió de él, para impresionar a una chica bonita.

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Por lo general, estaría sentado miserable y solo en su casa en La Hilandera, pero afortunadamente, mientras que Albus había insistido en que el personal, concretamente él, no podía quedarse en el castillo durante todas las vacaciones, Minerva estaba feliz de dejarlo hacer lo que quisiera... Y sentarse solo en sus habitaciones en el castillo, mientras comía comida preparada por los elfos y bebía todo lo que podía conseguir, era mucho más preferible que sentarse solo en el deprimente basurero que era La Hilandera, comiendo cualquier comida grasosa de cualquier lugar que estuviera dispuesto a hacer entregas en Nochebuena a la zona peligrosa de Manchester.

Estaba debatiendo si ir y cambiar su té por algo más fuerte, cuando Odin de repente rompió con su acicalamiento obsesivo, saltó del respaldo del sofá al brazo y se acomodó con un graznido emocionado, no pocos momentos después hubo un golpe en la puerta de su habitación.

Dejando su libro se dirigió a la entrada, desde donde escuchó el coro de ruidos emocionados provenientes de Odin en el sofá, y abrió la puerta para revelar a Hermione.

Para su gran aprobación, ella no había cambiado su cabello del estilo que usó en el banquete el día anterior, y de repente se dio cuenta de que, por supuesto, había sentido su suavidad la noche anterior... así que realmente se lo había cortado y no sólo era un glamour para que pareciera de esa manera. Se alegró, le sentaba bien, enfatizaba su esbelto cuello y la hacía lucir mas madura y sexy.

Tenía su pequeño bolso de cuentas en la mano y llevaba un par de lo que creía se llamaban 'leggings' negros- se aferraban a sus curvas tan bien que igual podría haber estado en medias, o tenerlo pintado- y una camiseta marrón ajustada... si miraba con atención podía ver débilmente el contorno de su sostén, Merlín, ayúdame.

Comenzó con una patadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora