En la camioneta que subí estaba Arnold. Lo miré con cara de pocos amigos.
-¿qué haremos? –pregunté.
-Toma esta –dijo tendiéndome un arma del doble de tamaño de la que tenía. –Sal y cubre mi espalda.
Salimos corriendo, era un terreno sin árboles, solo carretera, el bosque estaba muy lejos. Empecé a disparar. Le di a uno en una pierna, a otro en el pecho, y a uno más en un brazo. Era buena, lo tenía que admitir.
Entonces vi a Dan, su paso era firme y decidido, disparaba como un experto. Luego cayó. Le dieron en una pierna.
Sin darme cuenta ya estaba corriendo hacia él. Pero antes fui tras el bastardo que le disparó, yo misma me aseguré de que no se levantará más. Había matado a una persona. Me sentía aturdida. No puedo creer en lo que me he convertido.
Fui hacia Dan.
-Levántate. –le grite suplicante.
Le ayudé, y lo llevé hacia la camioneta. Le di el arma que estaba en la guantera.
-Si viene alguien dispara, iré a cubrir a Al, volveré. –le dije y besé su frente. Y antes de que me pudiera decir algo me fui.
¿Cuántos cayeron por mi cuenta? ¿4? ¿6? ¿8? Perdí la cuenta, Al me hizo una seña hacia la camioneta y me di cuenta de que mi trabajo había terminado.
Me subí con Dan, él seguía sangrando, tenía que ir a un hospital.
-¿A dónde iremos? –pregunté encendiendo la camioneta.
-Vamos a nuestro destino, ahí hay un doctor. –dijo.
Y conduje siguiendo sus instrucciones, volteaba a verlo cuando podía, tenía apretada la mandíbula en todo momento, sé que estaba soportando mucho dolor.
Tomé su mano como él había hecho con la mía y entrelacé mis dedos con los suyos. Los apreté. Lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas "...De la chica que he estado enamorado hace tiempo". No sé cómo, ni cuando, pero él me conocía. No lo dejaría. Ya era muy tarde para regresar.
Conduje lo más rápido que pude, ya todos estaban ahí, era una cabaña grande a mitad del bosque, todas las camionetas ya estaban ahí. Arnold se encargó de Dan, lo aparto de mí y no me dejo verle. Lo llevó a una habitación donde el doctor se encargaba de él. Escuchaba gemidos de dolor. Después de 3 horas, (ya eran las 2 a.m.) el doctor salió, y no esperé a que dijera nada, me eché corriendo y alcancé a escuchar un "esta sedado".
Dan estaba ahí, tumbado en la cama con el pantalón cortado y una venda ahí en su pierna. Se veía tan vulnerable, tan frágil. Pero era alguien diferente despierto, alguien que siempre está activo y a la defensiva.
Me senté a lado suyo. Y sabía que estaba dormido porque su respiración era lenta, pero sentía la necesidad de hablar con él.
-Nunca respondes mis preguntas. Eres un hijo de puta. Me molestas, me cohíbes, me confundes. ¿Por qué yo? No me lo explico. –y ahí fue cuando comencé a llorar. –Daniel, no me iré, a ningún lugar, aquí estaré.
Y tratando de no moverlo me recosté a su lado. Seguí llorando hasta quedarme dormida. Acompañada solo con su respiración.
Me desperté por el calor, al parecer el señor "estoy sedado a más no poder" me había abrazado toda la noche.
Así que con cuidado de no moverlo salí de la cama y me dirigí al comedor.
Todos estaban ahí, demonios, era la única chica, todos me miraban raro.
-¿tengo monos en la cara? –pregunté, a lo que todos se soltaron riendo.
-No, pero si un chupetón –dijo Al.
Mierda, ¿qué? Sentía mi cara arder, sentía que explotaría.
-Él está bromeando Herondale, siéntate y come. –dijo un tipo de la esquina, sus ojos eran verdes y su cabello negro y liso.
Le hice caso y me puse a desayunar. Había de todo, tostadas, huevo, tortillas, panes, tocino, zumo, té, café. Y bueno, no esperaba menos, son 13 hombres y una mujer. Sí, yo.
Hace años que no desayunaba con varias personas, mis padres no solían siquiera dirigirme la palabra. Hacían bromas, reían, se ponían "serios". Y Al solía decir cosas de mí y Dan.
Entonces alguien entro al comedor, era él, llevaba un bastón, pero ya estaba cambiado y duchado. Entonces me di cuenta de que yo no tenía ropa, nada.
Todos lo miraron, unos impacientes, otros aburridos. Yo me levanté del comedor, mi intención al correr hacia él era abrazarlo, pero recordé que estaba lastimado.
-Puedo...-dije-pregunté con los brazos medio extendidos
-a la mierda-dijo él y me besó
Si, enfrente de todos. Pero esa no era una excusa para no corresponderle. Lo bese, con la misma fuerza con la que él lo hacía. Soltó un ligero gemido y aún sin separar los labios sonreí.
-váyanse a un hotel, o aún más cerca, a la habitación -dijo alguien, creo que Jasón.
Entonces nos separamos, el me miraba expectante, esperando a que dijera algo, pero era mi turno de cuidarlo, él ya lo había hecho muchas veces conmigo. Así qué tome su mano y lo lleve al comedor.
Lo deje comiendo con los chicos mientras iba a la habitación, a no sé qué.
Me puse a ver la televisión, pero no le prestaba atención, me hundí en mis pensamientos, recordando a Yareth, mis padres... Y entonces me congelé, mi rostro apareció en la pantalla,
"Ha desaparecido la hija del empresario Herondale,.."
Mierda, era de esperarse. Me eche a correr al comedor.
-Dan... Hay un problema.-dije.
El abrió mucho los ojos y me siguió hasta la sala de estar.
-¿Problema?-pregunto- siempre pasa, tranquila, sólo tenemos que hacer unos cambios.-agrego sonriendo.
¿Cambios?

ESTÁS LEYENDO
REALITY.
Novela JuvenilMi nombre es Jackeline, me dicen Jack. Me fui de casa a los 16, entre a un mundo en el que nadie debería de estar. ¿Antecedentes? Dos intentos de suicidio, una acusación de asesinato, 4 estadías graves en el hospital. No se puede escapar de lo que e...