Al regresar a Montana, ya no se trata de una mujer, sino de un hombre. Carlos, ahora el segundo en la lista, guarda un sorprendente parecido con su padre. Lamentablemente.
Thomas Jones cuenta con tres descendientes en Montana: Layla que no se encontraba más con nosotros, Carlos que espera por mi y Navia. Los otros dos residen en Canadá.
Me hallo ahora fuera de la residencia de Carlos, un lugar rústico al igual que con el hogar de su hermana. Al igual que antes, sin mascotas, hijos, ni compañía alguna que completara la fachada.
Aunque los hermanos no mantenían la mejor relación, la distancia que los separaba había sido cimentada por su padre, un hecho bien conocido. Tal vez les resultaba imposible enfrentarse, simulando que nada había ocurrido.
Descendí de mi vehículo cargando con mis herramientas, me dirigí a un conducto de la casa y procedí, como en la ocasión anterior, a liberar el sedante. Esperé pacientemente a que el gas se dispersara antes de entrar.
Lo encontré allí, desplomado en su cama vestido solo con ropa interior, un hombre de treinta años, delgado, con el cabello cortísimo. Aunque sus ojos no eran como los de su padre, la nariz y las orejas no dejaban lugar a dudas.
Carlos trabajaba en un servicio técnico de televisores con un salario miserable, en marcado contraste con su hermana, que no necesitaba más que permanecer sentada en una boutique. Él, en cambio, iba de un lado a otro en busca de clientes.
La adrenalina me recorría, potenciando mis fuerzas mientras lo arrastraba de los brazos hacia una silla en el comedor.
A las tres veinticinco de la mañana, la escena se replicó con una siniestra variación: al cadáver le faltaban el dedo medio y el índice, y la grabación dejada era distintamente diferente.
Finalmente, el macabro ritual concluyó. Como antes, la casa quedó inexplicablemente más limpia de lo que lo había encontrado.
Eran quince minutos para las seis de la mañana cuando envolví su cuerpo y lo coloqué en la parte trasera de mi vehículo, mientras la casa relucía de limpieza, una escena inquietantemente efectuaba.
Limpié meticulosamente la silla, el suelo, la cocina; cada rastro mío desapareció sin dejar huella. Cerré la casa con cuidado, asegurándome de no dejar señales de mi presencia.
Subí a mi auto, preparándome para el viaje de 20 minutos hacia el lago Flathead. Allí me esperaba el bote que había adquirido hace un mes, listo para navegar hacia las profundidades del lago.
A medida que el alba comenzaba a iluminar el cielo, su cuerpo se sumergió en las aguas oscuras. Repetía el mismo proceso como con el cuerpo anterior. Cuánto finalmente se hundió sin dejar rastro regrese a la orilla, deje el bote amarrado entre otros, camuflándolo como una más de las atracciones para turistas y pescadores locales, quienes jamás cuestionaban su procedencia.
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Lover, you should've Come Over. || Criminal Minds || Spencer Reid
FanfictionUna Abogada y todo un equipo de perfiladores del FBI trabajando juntos en un caso, los dos defendiendo posturas diferentes, personas del pasado, sentimientos involuntarios e involucrados, traerán a Spencer Reid y Antonella Clark a noches de acompaña...