La habitación estaba impregnada de un aroma tan fuerte a café que casi podía saborearlo en el aire. Un café caro, del tipo que te promete despertar hasta las neuronas más perezosas. Pero en ese momento, lo único que yo quería era seguir acurrucada en la cama, esperando que las náuseas, cortesía de la noche anterior, se desvanecieran lentamente.
El molesto y persistente timbre de los mensajes de mi teléfono me sacaba de mi letargo. Sabía que era él. Siempre era él. Pero cada vez que pensaba en él, una mezcla de ira y tristeza me sacudía el estómago, así que decidí ignorarlo, al menos por el momento. Nuestro último intercambio había sido justo ayer, antes de que decidiera ahogar mis pensamientos en alcohol.
-"Gracias por el libro, me llegó
en perfectas condiciones.
S.R."Un mensaje simple, directo, pero cargado de una formalidad que me recordaba cuánto habíamos cambiado. Y luego, obtuvo una respuesta:
-"De nada, no pude evitar pensar en ti cuando lo vi de nuevo.
Espero que te sea más útil a ti.
Aquí solo iba a acumular polvo.
A.C."La clase de comentario que me hacía preguntarme si él también estaba revolviendo recuerdos, como yo. Pero lo que vino después fue lo que realmente me hizo tambalear:
-"Espero verte pronto.
El trabajo lo hace difícil, pero
extraño tu tacto.
Me siento incompleto sin ti.
Desearía que estuvieras aquí conmigo, donde mi insomnio sueña con tenerte. Descansa.
S.R."Y ahí fue cuando decidí que la solución a todos mis problemas estaba en el fondo de una botella. Porque, sinceramente, no hay mejor manera de intentar borrar a alguien de tu cabeza que con unos cuantos tragos, ¿verdad? Al menos, eso pensaba en ese momento, mientras el alcohol hacía su magia, o su desastre, según cómo se mire.
Desperté aquella mañana con el parpadeo insistente de mi teléfono. Una notificación brillaba en la pantalla, un recordatorio sutil, pero con un toque intrigante. "Aprovecha el día. S.R.", decía el mensaje. Su capacidad para lanzar frases crípticas a primera hora de la mañana nunca dejaba de sorprenderme.
Con una pereza que parecía pegarse a cada parte de mi cuerpo, me incorporé, estirando los brazos hacia el techo como si así pudiera espantar el sueño que se resistía a abandonarme. El frío del suelo me hizo estremecerme, y después de unos segundos más de dudar, finalmente decidí enfrentar al día. Me acerqué a las enormes ventanas, esas que ofrecían una vista envidiable de Brooklyn. Los primeros rayos del sol acariciaban los edificios, tiñendo todo de un dorado suave, casi poético. "Aprovecha el día", resonaba de nuevo en mi cabeza. Tal vez Spencer tenía razón. Aunque lo cierto era que a esas horas, todo lo que quería aprovechar era un buen rato más bajo las sábanas.
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Lover, you should've Come Over. || Criminal Minds || Spencer Reid
Fiksi PenggemarUna Abogada y todo un equipo de perfiladores del FBI trabajando juntos en un caso, los dos defendiendo posturas diferentes, personas del pasado, sentimientos involuntarios e involucrados, traerán a Spencer Reid y Antonella Clark a noches de acompaña...