Capítulo 6: Podría meterme en problemas si eso me hace acercarme a ti

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Después de una aburrida semana de reposo, en la que mi mamá me aisló del mundo cruelmente por haberme lesionado el tobillo, por fin podía regresar a la escuela. Era una broma de mal gusto que solo hubiera disfrutado de un día de clases en la primera semana después de las vacaciones, pero al menos había logrado mi primer beso con Preston, aunque él no sintiera nada por mí. En fin, a veces la vida te da un camión de limones y ni una gota de azúcar.

Estaba en el bus charlando con Navy, sobre lo ciega que era yo por no fijarme por dónde andaba.

—Lucille, tienes que estar más atenta —me dijo con preocupación—. Menos mal que no te ocurrió nada peor.

—Pareces mi mamá —le contesté en tono de burla.

Ella me miró con severidad.

—No es broma, Lucille. Podrías haberte roto el tobillo o algo peor.

—Bien, bien. Te juro que tendré cuidado —le dije para tranquilizarla.

Ella sonrió y cambió de tema.

—Por cierto... —sacó una carpeta de su mochila y me la entregó—. Aquí tienes una copia de todos mis apuntes de las clases a las que faltaste. Eres una suertuda de tener una amiga como yo.

—Sí, soy muy afortunada —la abracé con un brazo y le di un beso en la mejilla. —Y bien, aparte de las clases, ¿de qué más me perdí?

—No de mucho, la verdad. Lo único que se me ocurre es lo que pasó con el chico problemático...

—¿Qué le pasó a Preston? —pregunté con más interés del que quería mostrar.

Navy me miró con extrañeza.

—¿Desde cuándo te preocupa tanto lo que le suceda a ese chico?

—Me preocupa igual que me preocuparía cualquier otro de nuestros compañeros —respondí sin titubear. —Bueno, ¿qué fue lo que pasó?

—Pues verás, resulta que Amber Jenkins se le declaró en medio de la cafetería y el muy idiota la rechazó de la forma más fría que puedas imaginar.

—¿¡QUÉ!? —exclamé con el corazón en un puño.

—Créeme, todos nos quedamos boquiabiertos. Eva me dijo que una de las amigas de Amber la reto a hacerlo, pero sinceramente no sé de donde sacó el valor para hacer algo tan arriesgado, ni cómo es posible que un chico la rechazara a ella.

Amber Jenkins era, sin duda, la chica más deseada por todos los chicos del instituto. Estaba en último curso y era mi capitana en el equipo de animadoras y la presidenta del consejo estudiantil. Si la rechazaba a ella de esa manera, ¿qué esperanza me quedaba a mí?

—Creo que subieron un vídeo del momento a facebook —me dijo Navy.

Enseguida sacó su teléfono y me lo mostró.

El vídeo tenía como título: «Las chicas sexys no siempre consiguen lo que quieren». Me quedé boquiabierta al ver la cantidad de reproducciones que tenía.

En el vídeo se veía a Amber caminando hacia Preston con determinación y arrogancia. Él estaba sentado en una esquina de la cafetería, aislado del mundo, con unos auriculares y un libro entre las manos. Nadie se atrevía a interrumpirlo, salvo ella.

—Hola, Preston —le dijo Amber, arrancándole los auriculares. —Tengo que hablar contigo.

Preston la miró con indiferencia.

—¿Qué quieres? —preguntó con frialdad.

—Quería confesarte que me gustas desde hace mucho tiempo —dijo Amber, fingiendo una sonrisa. —Y sé que tú también sientes algo por mí.

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