El día había adoptado irónicamente la forma de mi estado de ánimo, con el cielo nublado como telón de fondo. Me senté en las mesas exteriores con mis amigos, desahogando la frustración causada por las palabras de Parker. No tardaron en mostrar su indignación.
Eva, con sus labios pintados de carmín y su cabello liso como la seda, se levantó de un salto.
—Tranquila, Lu. Le daré una patada donde más le duele y lo haré rogarte perdón —dijo, con una mirada que podría cortar acero.
Meredith, Navy y Darren se pusieron de pie, listos para actuar.
—Darren y Navy lo sujetarán de los brazos mientras nosotras ajustamos cuentas. Y para terminar, ¿qué tal si le aplicamos un poco de maquillaje? —propuso Meredith con una sonrisa traviesa.
Me levanté rápidamente, interponiéndome entre ellos y el potencial conflicto.
—No quiero que se metan en problemas por mi causa —les rogué.
Eva me miró fijamente, su furia dando paso a la preocupación.
—Lulu, el código no escrito de la amistad nos obliga a defenderte —insistió.
Comprendía su lealtad, pero no podía permitir que actuaran impulsivamente.
—Por favor, no hagan nada. Yo me encargaré de resolverlo.—les imploré con la mirada más inocente que pude.
Eva suspiró profundamente.
—Está bien, Lulu. Respetaremos tu decisión, pero tienes que prometernos que no dejarás que ese hijo de perra se salga con la suya.
No estaba segura de cómo, pero si eso los mantenía a salvo, no podía vacilar.
—Lo prometo.
****
Las clases habían terminado y, con ellas, mi libertad temporal. Me encaminé hacia la biblioteca, el lugar designado para cumplir con las cuatro horas de sanción. Afortunadamente, había logrado convencer a mi madre de que estaría en casa de Navy, trabajando en un proyecto escolar, evitando así su preocupación y el descubrimiento de mi castigo.
Este día podría haber sido marcado como uno de los más sombríos de mi existencia, pero tan solo al recordar lo que sentí con el beso que le di a Preston, todo lo malo se pasaba a un segundo plano y solo quedaba esa sensación electrizante que recorría mi cuerpo. La idea de compartir el castigo con él, lejos de ser una tortura, se convirtió en una fuente de emoción y nerviosismo que me llenaba de una energía.
Al entrar en la biblioteca, mis ojos se deslizaron entre mi antigua profesora de matemáticas que parecía estar más concentrada en hacerce la manicura que en los estudiantes que tenía que vigilar, y entre las caras desconocidas de mis compañeros de castigo, rápidamente busqué a una cara en particular. Y allí estaba Preston, aislado del mundo, con su cabeza descansando sobre los brazos cruzados sobre la mesa. Aunque su rostro estaba oculto, los mechones de su cabello castaño, desordenados y brillando con destellos dorados bajo la luz tenue, eran inconfundibles. Un recuerdo fugaz de la mañana, de mis dedos entrelazándose en ese mismo cabello mientras nuestros labios se encontraban, provocó un calor repentino en mis mejillas.
Mientras entraba, sentí las miradas curiosas y evaluadoras de los demás, como si no fuera la clase de chica que frecuentara un salón de castigo. Hace apenas ocho horas, esa suposición hubiera sido acertada. Después de ofrecerme unas cuantas miradas despectivas volvieron a sus mundos.
Decidí sentarme al lado del chico que cortaba mi respiración con una sola mirada. Al sentarme una sonrisa se dibujó en mi rostro al observar como dormía, ajeno al mundo que lo rodeaba. Cada respiración era un suave susurro que parecía estar en armonía con el silencio de la biblioteca. Los suaves contornos de su rostro se relajaban en la tranquilidad del sueño y la luz que se filtraba a través de la ventana, acariciaba cada uno de sus perfectos rasgos, desde las pestañas que formaban sombras delicadas hasta sus rosados labios ligeramente entreabiertos. Cada segundo que lo observaba era como estar presenciando un hermoso retrato y aunque lamentaba no poder tomarle una fotografía pues había dejado mi cámara en casa, sabía que capturaría esa imagen en mi mente por mucho tiempo.
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Lo curioso del amor
Romance¿Qué sucedería si te enamoraras de la persona menos indicada? Lucille y Preston son dos almas que provienen de mundos opuestos. Ella, sensible y con escasa experiencia en el amor, vive sumida en la cotidianidad de un ambiente seguro y predecible. Él...