꒰Intro꒱

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Proceder con cautela a partir de este punto, pues hay fragmentos de alma, y cortan más que los de vidrio.

Yo me he encaminado en muchas aventuras dolorosas y grises. Pero nunca pisé un lugar en el que Dios hubiera olvidado colorear el paisaje, hasta que caí en este dibujo.

Me encontré un camino que no iba a ningún lado, que se extendía hasta el horizonte, sin destino, a través de lugares que semejaban bocetos de grafito. No creí que extrañaría tanto el color de mis manos manchadas al pintar una acuarela.

Bajé la vista hacia el camino y me hallé pisando un ángel desplumado y roto, que manaba sangre de sus heridas. Como un espectro flotante entre la tierra, extrajo mi pasión y mis deseos. Y de repente, solo quedaba un cascarón vacío de lo que yo era.

Hacia allá donde posaba la vista no había final a la amargura. El viento helado susurraba lamentaciones confusas. Tenía miedo de dar un solo paso más por este mundo extraño, donde la mano misericordiosa de Dios parecía haber huido aterrada. Y de repente, una pesadilla aparecía ante mis ojos como un estanque en calma donde solemne y luminosa, se lamentaba una mujer en túnica de gris aterciopelado.

Escuché un grito lejano en las montañas. Era la arquitecta de esta dimensión fuera del tiempo. La carpintera vampírica y solemne de un barco de poemas que navegaba sobre un océano de almas perdidas.

Viajé por mar y tierra. Caminé días por un desierto sin fin. No supe cuánto tiempo pasé ahí. Cada minuto era igual que el anterior, eterno, prolongado, monótono.

Pero se abrió un abismo negro y hondo en el cielo. Lo observé, y entonces tuve miedo. Subieron los mares, se humedecieron mis pies, y poco a poco la tierra se volvió un espejo de aguas mansas, que reflejaban el negro resplandor de un sol en agonía, aburrido, herido, mustio. Solo quería salir de una vez por todas de este lugar desconocido y helado.

Pensé todo este tiempo, que era el círculo más bajo del infierno, un lago triste, congelado, en calma. Al final de todo, me di cuenta de que, en realidad, tan solo había estado unos instantes en el corazón de Zatyricon desnudo por completo en estas páginas, conmoviendo y aterrando a partes casi iguales.

Si decides continuar, querido lector: no pierdas la esperanza. En este laberinto invertido, es lo primero que se pierde.

-Galahadd21

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