7. Sigue hablándome

675 59 5
                                    

Henry

-Me merezco que me tires del caballo. -La vi nada más girar la esquina de su calle, arreglando las flores del jardín. Tan concentrada que no supo que me acercaba hasta que Odón relinchó. Cuando levantó la mirada me di cuenta de que no estaba concentrada, estaba triste. Su semblante no tenía nada que ver con el de la chica que había visto el domingo. Era como si se hubiera apagado. Los últimos días habían sido una locura y era un milagro que no le hubiera arrancado la cabeza a alguien. Algo se rompió dentro de mi cuando vi esa mirada triste convertirse en alegría. Cuando toda su expresión cambió al verme. -El lunes, por la tarde, iba a venir a verte pero la camioneta no arrancó y mandé a mi hermano a buscar a un mecánico. Se suponía que vendría ayer, y me quedé esperándole todo el día. -Me miraba sin articular palabra. Me estaba preocupando. ¿La había jodido? -Y... bueno, seguimos sin conseguir que arranque. -Mi expresión tenía que ser un poema porque rompió a reír. Se me relajaron todos los músculos de golpe de tal manera que pensé que iba a caerme del caballo.

-Lo siento. -Algunas lágrimas habían salido de sus ojos. Y ya me estaba bajando del caballo para limpiarlas cuando ella misma lo hizo. Tenía la sensación de que me había perdido algo. No me gustaba. -Mi madre creía que no volverías a verme. Estaba un poco preocupada.

Hubo algo de inseguridad en su voz al decir eso. Por el diablo, ¿ella también lo pensó?

-Preferiría que me arrancaran los ojos antes que eso. -No se me escapó ese suspiro entrecortado que salió de su garganta.

-¿Cómo está tu padre?

-Ha mejorado. La fiebre ha remitido, al menos por ahora. Suele ir y volver. Esta mañana ya estaba quejándose de todo.

-Me alegra mucho oír eso. Y verte. -El caballo relinchó. -A ti también.

Alargó una mano hasta el animal. Por un momento temí que le mordiera porque Odón tenía su temperamento... pero no era estúpido. No es que la dejara acariciarle la cara, sino que se acercó tanto a la valla que las patas delanteras tocaron la madera y puso ese enorme hocico a la altura de sus tetas. Hijo de puta. Pero ella sonrió. Y, solo por eso, me tragué mis celos estúpidos.

-Ya que el sábado te impresionó, he pensado que te gustaría conocerlo. Y dar un paseo.

-¿Me das un segundo que me cambie? -Asentí, y salió disparada hacia el interior de la casa. Cuando volvió a salir, vestida con un vestido amarillo claro abierto por uno de los laterales, casi se me cae la mandíbula. Eso era más escotado que cualquier cosa que se hubiera puesto antes. Y las botas. No pude evitar mirarla como un animal.

-Acabarás por matarme, mujer. -Le suelto sin pensar. Y en seguida me arrepiento.No se supone que eso sea algo que le gustaría escuchar a una dama. Pero ella se sonroja y se le escapa una risita. Dios, tengo la polla demasiado dura como para disimular cuando la monte delante de mí en el caballo.

-Creo que voy a necesitar ayuda. -Señala a Odón con la mirada. -Nunca me he subido a un caballo.

-Por suerte tienes a un vaquero a tu total disposición. -Debería empezar a ser más desvergonzado. A ella le encanta.

-Henry, qué agradable sorpresa. -La voz de su padre tras de mí nos sacó de nuestro momento. ¿De dónde diablos había salido? Me tiende la mano a modo de saludo, mientras que a ella no le dice nada. Y me cabrea. Pero mantengo la cordialidad porque no deja de ser su padre. -Emma nos contó que has estado muy ocupado desde el domingo con el trigo. Espero que nuestra empresa no te esté dando demasiados quebraderos de cabeza. -Le había dicho que no quería cotilleos sobre el tema y se lo había ocultado a todo el mundo, incluso a sus padres.

Mil Razones (Henry Cavill)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora