11.

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Capítulo 11:


Remus:


Me desperté exaltado de nuevo, pero por mis propios recuerdos. Mi única duda con que fueran míos es que siempre nos cuidamos, aunque no fue así.

Después del cumpleaños de Sirius, volvimos con demasiadas ganas, tantas que lo hicimos más de tres veces sin parar y no pusimos hechizos protectores esa noche, dijimos que iríamos por pastillas muggles, pero nos salió una reunión de la orden, los días pasaron y cuando quise darme cuenta, le estaba cortando.

Cuando cortamos. Lo recuerdo y me sigue dando impotencia. Sabía que al decir que no a Voldemort y sus filas, irían por lo más preciado para mi, ella. No podía exponerla de esa manera, por eso corté y le pedí que se alejara.

Después de haberlo hecho, caí en cuenta de que iba a mudarse al departamento en dos semanas, pero terminé lo nuestro.

Siempre me refugié en la idea de que ella estaba mejor sin mi, que en realidad, nunca iba a darle la vida que se merecía, que la estaba salvando de una muerte segura, pero en este momento entiendo que fueron mis miedos hablando, yo siempre pude haberla protegido, siempre podría haberla buscado de otra manera.

Necesito hablar con ella, necesito que me confirme lo que ya conozco, lo que ya asumí en estos días. Que me aclare que son mis hijos, que son fruto del amor entre ambos, que cada vez que le hice el amor nos llevaron a esto.

Pero necesito estar concentrado, cada vez que la tengo cerca se nubla la poca cordura que me queda. Hoy a la noche es navidad, lo pasaremos en la casa de Sirius, sé que irá Martina, espero que sea para formalizar lo suyo de una vez, también estarán James y Lilly, con sus hijos... Y también va Maia, con Liam y Sofia.

Llegué temprano a la casa de mi amigo, vi que ella ya estaba aquí, ya que los niños estaban en el living con Sirius. Después de saludarlos pregunté por Maia y señalaron el piso de arriba.

Fui directamente a la única habitación con la luz encendida dispuesto a tocar para saludar a la mujer que me roba el aliento, pero las voces me detuvieron.

- Maia debes decirle de una vez, sé que tienes miedo y que duele, pero son sus hijos. - los sollozos de mi chica me alarmaron.

- Tengo mucho miedo de perderlo completamente, me va a odiar cuando sepa que le oculté a sus hijos por tanto tiempo. - dejé de respirar en ese momento.

- Maia se aman, los dos cometieron errores, pero es momento de que los mellis dejen de pagar las consecuencias de lo que ustedes hicieron mal amiga. - me animé a abrir la puerta encontrando a la hermosa castaña de ojos verdes decaída con lágrimas en su rostro mientras su amiga la consolaba.

No puedo seguir estirando esto. - Permiso. - la atención de las dos cayó en mi, Martina con una mirada cargada de preocupación, mientras que Maia estaba pálida. - Martina por favor déjanos solos. - la aludida miró a su amiga, la cual le asintió.

Detallé su atuendo, aunque no era el momento, su vestido largo cubriendo su piel y haciéndola lucir como una diosa, su pelo recogido, esta hermosa. Pero ese no es el punto de la conversación.

- Maia, - me acerqué y acuné su rostro en mis manos, las lágrimas seguían su curso en su cara - ¿Son mis hijos? - cerró sus ojos y yo sentí que un nudo se instalaba en mi garganta. - Maia - susurré -, ¿Liam y Sofía son mis hijos?

- Si. - dijo tan bajo que creí haberlo imaginado. - Lo siento Remus.

Ella rompió en llanto y yo sentía que mi cuerpo me dejó de responder, el aire no entraba como debería, empecé a pensar en todas las veces que observé a los mellizos... Liam, es mi retrato con los ojos de Maia, pero sus gestos, sus formas de hacer las cosas, hasta la manera en la que habla, todo es mi viva imagen.

Miré a Maia de nuevo con el dolor de los años que me perdí con ellos, estaba dispuesto a tirarlo en su cara, pero al verla sufriendo, solo pude pensar en todo lo que pasó sola y en que si son los niños geniales que conocí, es porque ella se encargó de cuidarlos y enseñarles.

Tomé sus mejillas nuevamente haciendo que levante su vista, su mirada me sigue moviendo el piso y haciéndome temblar como la primera vez.

- Maia, no quiero que pienses que estoy tirando todo, pero necesito poder procesar del todo que tengo dos hijos. - las lágrimas comenzaron a salir de nuevo. - No estoy enojado contigo, solo... solo estoy dolido, sé que no fue fácil para ti, pero para mi tampoco lo está siendo, aunque hace unos días que vengo haciéndome la idea.

Besé su frente y me fui, le pedí perdón a mis amigos, necesitaba salir de allí. No pude despedirme de los mellizos, se sentía incorrecto, más que nada cuando me hablaron de profesor, más cuando era consciente de que estaba a nada de agarrarlos y de agarrar a Maia y llevarlos lejos de todo para recuperar el tiempo perdido con los tres. 

Nunca pude olvidarte. - Remus Lupin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora