Capítulo VI

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—No hacía falta que me regalaras nada

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—No hacía falta que me regalaras nada...— sonrió mientras que sus labios seguían moviéndose.

A su alrededor pasaba demasiada gente mientras que su figura estaba parada frente a una más alta que ella, vistiendo ropa holgada, y extendiendo un ramo de flores.

______ las tomó tímidamente para acercarlas a su rostro y oler más de cerca la exquisita fragancia que desprendían. Cuando las tomó, sintió el roce de sus manos.

—Quería hacerlo. Me hicieron recordar a ti, ______— mencionó sonriendo el muchacho con fleco, estirando una mano para acomodar unos mechones de cabello de la fémina por detrás de una de sus orejas.

Luego de ello, pasó a acariciar su mejilla dulcemente para acabar acunándola.

Ella soltó una risita mientras la atrapaba con su hombro por igual, evitando que rompiera ese contacto. Sentía la calidez de su palma.

—No tenías porqué hacerlo...

—Quería devolvértelo de alguna forma. Después de todo, siempre me haces el almuerzo cuando estoy con mis asuntos de la organización— comentó, moviendo con delicadeza su pulgar en un costado del rostro de la chica.

—Es que tienes que cuidar de ti también. Siempre estás al pendiente de Nanako y Mimiko. ¿Quién estará de ti si no lo haces tú?— mencionó preocupada —Desde que me dijiste ese día que no habías almorzado, me preocupaste demasiado.

—Me estás haciendo recordar que tengo que devolverte todas las loncheras de esta semana.

—Así te preparo más para la próxima— sonrió para verlo a los ojos, al tiempo en que los suyos brillaban —. Mañana es mi día libre, así que iría por ellos y de paso saludo a las niñas.

—Me parece buena idea— sus ojos sonrieron tiernamente.

Acabó con el contacto que tenía con la mejilla de la apellidada Kuroda, para ofrecerle su brazo así lo tomaba.

—Pásame tu bolso. Yo lo llevo.

—... está bien, ya lo hago yo. Eres mi novio, no mi sirviente— comentó en medio de una risita mientras se aferraba a él para comenzar a caminar.

—Solo deseo ayudarte, cariño.

Su corazón latió como loco al oír ese apodo tan encantador. Sus mejillas se salpicaron de rubor para alzar la mirada a verlo. Se detuvo un momento para tirar de su brazo y, de esa forma, conseguir que se inclinada de costado. Fue entonces que ______ besó su mejilla, ocasionando que la sorpresa y un ligero sonrojo apareciera en él también.

Sintió la ligera presión que ejerció en él, en esa pequeña muestra de afecto. Incluso aspiró el olor del perfume con el que cargaba el muchacho del fleco.

—Te quiero mucho...— confesó para abrazarse a su extremidad, retomando lentamente su andar.

—Yo también te quiero mucho...— mencionó suavemente, volviendo a pintar con una sonrisa en sus labios.

DÉJÀ VU |Suguru Geto y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora