Capítulo XI

629 112 23
                                    

Se hallaba sentada en la punta de la mesa, teniendo un gorrito de cumpleaños sobre su cabeza y pintando un semblante que delataba que eso no era necesario.

—Mi hermanita terminó sus lecciones de hechicería~— canturreaba Aoi, yendo y viniendo por toda la sala, también con un decorativo en su cabeza.

—Grítalo, así se entera la gente de este pueblo— mencionó en medio de un suspiro, cansada.

Finalmente, las vacaciones ya estaban terminando. Sakura Noguchi le había permitido regresar con dos semanas de anticipación para que descansara bien antes de comenzar su nueva vida, y que estaría comunicándose con ella por teléfono así informarle sobre la solicitud que haría en su lugar.

Había aprendido demasiado gracias a ella y, por más que le costara admitirlo, también por el malhumorado de su hermano, Subaru. Eran como agua y aceite. Y entendía porqué la carta que le envió esa vez era totalmente opuesta a como era la mujer.

—En vez de una farmacéutica tendrán una vidente.

Arqueó una ceja ante las palabras de la mayor, para rodar los ojos.

—No quisiera que me tomaran así...

—Ay, tú tranquila— movió una mano para restarle importancia —. Yo me encargaré de los medicamentos sola cuando me gradúe. Si la señora Matsushita puede seguir trabajando hasta sus ochenta y seis años, ¿qué me detiene a mí hasta que alguien más quiera estudiar eso?

Ambas estudiarían lo mismo. Así lo tenían planeado desde pequeñas, cuando descubrieron que en cualquier momento la anciana podía retirarse, lo cual implicaba ir a buscar medicamentos a la ciudad o al lugar más próximo. En un comienzo se pelearon por eso, pero decidieron ser socias, más si esa señora no se dejaba ayudar en lo más mínimo hasta que alguna de las dos tuviese un título que las respaldara.

—No me convences...

—Mira el lado bueno— se sentó a un lado de ella —. Serás la primera vidente del pueblo— comentó divertida.

Una sonrisa irónica apareció en los labios de _____ que acabó riendo para negar a sus palabras con la cabeza.

Oyeron unos ligeros golpes en la ventana que estaba en esa sala, provocando que ambas voltearan a ver.

—¡Primas! ¡Déjenme pasar! ¡Vengo con visitas!

Era Ryo Higashi. Ambas fruncieron las cejas ante sus palabras, ya que apenas se juntarían sus familiares que sabían de su secreto y todo porque la mayor de los Kuroda lo había planeado así.

—¡La puerta se abre como la de tu casa!— alzó el volumen de su voz Aoi.

—¡Está bien!— levantó un pulgar el muchacho, para desaparecer de su vista.

Las hermanas seguían con dudas.

Regresaron a ver sus espaldas, notando que llegaban los otros tres amigos de la menor, quien abrió los ojos de a par por los nervios. ¿Ryo les habría comentado algo de esa celebración?

—Es bueno tenerte aquí de vuelta, ______— comentó Kaori, sonriendo.

Parecía que solo les contó que regresaba. Dejó escapar aire de sus fosas nasales para sonreír.

—Es bueno verlos de nuevo— movió su mano en forma de saludo.

—¿Cómo te fue? ¿Qué tal estuvo tu abuelo? — preguntó Daniel mientras pasaba a esa sala junto a los demás, sentándose a la mesa.

—Bien. Mi abuelo se encontraba bien— mintió, tratando de simular una sonrisa auténtica.

—Es bueno saberlo.

DÉJÀ VU |Suguru Geto y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora