Capítulo 5

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—¡CLAUDIA, QUEDAN 3 MINUTOS!

—Ya voy... —dije débilmente mientras lavaba mi boca. Al verme en el espejo me daba asco.

—¡Abre! ¿Qué tanto haces ahí adentro? —dijo el productor cuando me vio abrir la puerta—. ¿Qué te paso? 

—No me siento bien...

—Chuuuuta —tocó su frente preocupado, pero no por mí—. ¿Muy mal?

—Un... poco... 

Obvio que estaba mal, pregunta weona.

—Claudia, mira, perdón que te lo pida, pero tenemos que terminar. Eres la presentadora, no tendría sentido que lo haga alguien más.

Puta la weá. Tenía razón, es mi trabajo, no puedo simplemente irme y ya, pero no estaba en condiciones.

—Vamos, hay que empezar —dijo el weón sin dejarme responder.

Fuimos nuevamente al set de grabación y me posicioné en frente de la cámara principal. La Pau me dio unos retoques rápidos, mientras el productor me agarraba por los hombros para darme palabras de aliento (amenazas) como: "No me caguí el programa, tú dale nomas".

¡Vamos conchetumare, vamos!

Traté de alentarme.

Sentía el cuerpo pesado, aun así los presenté con la mejor actitud que pude fingir y me fui arrastrando las patas a un rincón detrás de cámaras. Escuchar por primera vez a "Los Bunkers" en una presentación acústica era una EXPERIENCIA. La voz del Álvaro era hermosa al cantar "Quien fuera". La cantaba con un sentimiento que me provocaba cosquilleos. 

Luego siguió "Nada nuevo bajo el sol", donde quedé loca con la voz del Francis en vivo. Era tan suave, tan relajante, como para escucharla todo el día.

Me concentré tanto en la presentación que no me di cuenta de que el productor estaba a un lado mío diciéndome que me preparará para despedir el programa. No le importó que estuviera pálida, que haya vomitado en el baño. Cero empatía conmigo.

Arrastré las patas y suspiré manteniéndome estable. Los chiquillos en un milisegundo me vieron la cara y se sacaron de onda al verme tan mal. Se colocaron a mis costados y mientras despedía el programa me miraron preocupados.

¡CORTE!

Oooh conchetumare, que alivio.

¿Te sentí bien?

¿Claudia?

Estái muy pálida.

Decían los chiquillos. Había dormido 2 horas máximo y no me alimenté correctamente. Se notaba, ya estaba en mi límite porque no podía levantar la cabeza.

—Esta bien, no se preocupen —dijo el productor, tomándome firmemente del brazo para arrastrarme fuera del set de grabación, cosa que al parecer no les pareció bien a los cabros.

—Pero trátala bien, weón, no es muñeca de trapo —escuché al Álvaro.

—¿Disculpa? —dijo el productor, aun sujetándome del brazo—. Agradezco que hayan venido, pero el programa ya terminó. Se pueden retirar, gracias.

Los hecho, básicamente.

—Esa no es manera de tratar a una mujer —siguió el Álvaro—. Suéltala.

—Esto no tiene nada que ver con ustedes.

—Álvaro, vamos weón, no haguí weás —dijo el Gonza, tratando de controlar a su hermano.

ℂ𝕠𝕣𝕒𝕫𝕠𝕟 ℙ𝕖𝕣𝕕𝕚𝕕𝕠 (Francis Durán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora