Capítulo 10

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—¿Qué te dijo la señora? —pregunté, entrando al ascensor junto con él.

—Nada importante.

—¿No tuvo problema en qué yo estuviera aquí? 

—No —apretó el botón del penúltimo piso, haciendo que las puertas del ascensor se cerraran—. No tendría porque —me dio un vistazo de arriba abajo, deteniendo su mirada en mi bolso—. ¿Es tu primera vez aquí en Conce? —cambió de tema. 

—Eeh, sí, no había venido antes. No viajo muy seguido.

—¿De verdad? —no se lo creía.

—Lo más lejos que he ido a sido Valparaíso y Viña.

—¿Y por qué? ¿No te gusta viajar?

—No es eso, pero las veces que he viajado lo he hecho sola y tuve mala experiencia en Viña y Valpo.

—¿Por qué fuiste sola?

—Porque no tenía con quien viajar  —reí para no llorar—. Ubico gente que viaja sola y se la pasa re bien, pero cuando lo intente me fue mal, muy mala.

El Francis se quedó callado unos segundos, dudando si preguntar o no el motivo. 

—Dijiste qué vives con una amiga, ¿Verdad? —volvió a hablar.

—La Cata, sí, ella llegó hace dos meses a vivir conmigo, pero es temporal.

—¿Y familiares?

Él no lo sabía, pero esa frase me llegó como un combo en el hocico. 

—vi como el número del ascensor subía. Estábamos llegando—. Están ocupados... yo vivo sola.

El Francis desvió la mirada hacia la puerta sin decir nada más. Parece que interpretó ese "Yo vivo sola" de otra forma, pues no solo me refería a tener un depa para mí sola. Si no que de verdad estaba sola. No he tenido contacto con mi familia hace más de cinco años y la Cata era la única amiga que tenía.

Haber llamado a mi papá solo hizo que me sintiera mal. Al verlo recordé mi infancia y todo lo que pasamos juntos. Y saber que ahora no teníamos un vínculo padre e hija como antes me puso el corazón de pollo.

Por eso fui cortante. No quería recordarlo.

—Claudia —me llamó el Francis al salir del ascensor—. ¿Puedo decirte algo? —asentí extrañada—. Si tu querí viajar de nuevo, puedes hacerlo. No dejes que esa mala experiencia te quite lo mejor de conocer otras ciudades o incluso países. Estar sola no es malo, aprendes a vivir así. Además siempre conocerás gente nueva todo el tiempo. Gente que te quiera.

Eso es algo que diría mi subconsciente. No me lo esperaba de él.

—¿Por qué me lo dices? —pregunté atónita.

—Porque te veo muy joven para estar pendiente solo de tu pega. E' una lata de verdad. La vida hay que disfrutarla, mira que después vienen los achaques y ahí cagaste —rio, como si eso último fuera personal. 

—sonreí—. No estoy TAAAN joven.

—ladeó la cabeza—. ¿Qué edad tienes, Claudia? —preguntó con interés. 

—Tengo...

—¡OIGAN! —gritó el Álvaro a unos metros de nosotros. Se acercó y nos miró a ambos con curiosidad—. ¿Qué hacen aquí? Los estaba buscando. 

—Ya vamos —dijo el Francis—. La señora de recepción me estaba diciendo algo y la Claudia me esperó.

—¿Qué te dijo? 

ℂ𝕠𝕣𝕒𝕫𝕠𝕟 ℙ𝕖𝕣𝕕𝕚𝕕𝕠 (Francis Durán)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora