Felix

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12:03 A.M

—Bienvenidos. Dijo la de cabellos grises, la castaña estaba a un lado mío mientras me veía de mala manera.

—Gracias, me gusta su cabello. Respondí y a aquella se me coloraron las mejillas.

—¿Qué pretendes?

—¿De qué hablas, cariño? Pregunté, giró los ojos y se agarró a mi brazo. —Dame un beso y no estés de amargada. Dije con voz cruda, sus celos me desesperaban.

—Deja de coquetear con todo el mundo, eres mi esposo. Me espetó irritada, su acento francés me estaba provocando de mala manera, suspiré y asentí, aquella sonrió y besó mis labios.

—Necesito que te quedes aquí, tengo que entrevistar a alguien, necesito una asistente.

—Claro, para acostarte con ella.

—Si sigues así te juro que no podré aguantarte, Carol. Dije con seriedad, la agarre por los hombros y besé sus labios para darle seguridad.

Mi padre se había jubilado y yo tenía que hacerme cargo de la empresa desde hace un par de días, entonces su asistente se fue con el para servir en el papeleo.

Entonces hice a Ryan traerme a chicas dispuestas a ser mi asistente, considerando mi mal temperamento.

—Te dejo, me tengo que ir al spa y a la depilación láser.

—Bien, ve con cuidado. Dije desinteresado y caminé por el pasillo hasta llegar a mi nueva oficina.

La secretaria entró con un modelito gris oscuro que dejaba ver sus piernas largas, sus cabellos negros caían por sus hombros y tenía un maquillaje sutil, se veía tan ardiente que por un momento hizo que algo se despertara en mi interior, con un movimiento de cabeza saqué aquellas ideas negativas de mi secretaria, Carol era lo suficientemente linda como para estar a sus pies y con eso de que era mi esposa desde hace unos dos meses, aún más.

Supongo.

Dejando de lado que era irritante.

—Bienvenido señor Francisco. Dijo con aquella voz sedosa, obligadamente respondí—Gracias, ¿Ya tienes listas a las mujeres que voy a entrevistar? Pregunté, perdí mi mirada en los papeles frente a mi, expedientes y hojas que explicaban el porqué querían aquel puesto.

—Si, solo son tres, las vi indicadas. Asentí, perfecto.

—Que pase la primera entonces. Dije sin mucho gusto, aquella asintió y se dio la vuelta, ¿En qué momento su trasero empezó a ser tan lindo?

Despegue mi mirada de la puerta y ordene el papeleo desorganizado, revisé un par de cosas en la computadora y suspiré, un toque algo calmado de puerta me sacó de mis pensamientos, me sobre salté y voltee.

Una rubia, las rubias eran tontas, excepto ella.

Podía verlo en su mirada, en sus ojos cafe chocolate, no pude evitar sonreír, entró y no tenía una ropa nada provocativa, su falda negra no tan corta dejaba un par de cosas a la imaginación, sus piernas eran largas y delgadas sin algún defecto y podía ver que estaban cuidadosamente depiladas, la recorrí con la mirada y su camiseta blanca ajustada dejaba ver su abdomen plano y la delgadez de su cintura, tenía un reloj en la muñeca y las uñas cuidadosamente pintadas de blanco, no eran largas, eran sus uñas normales, sus cabellos estaban sueltos a la altura de sus senos que no eran tan grandes pero a mi gusto eran exquisitos.

Su labial rojo acabó con la poca claridad mental que me quedaba, se verían preciosos pintados en mis labios.

Mordí sutilmente mi labio inferior y le regalé una sonrisa, la puerta se cerró cuando aquella se sentó en la silla visiblemente cómoda, se cruzó de piernas y entrelazó los dedos para apoyarlos en su rodilla.

Solo una vez || Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora