Samantha

650 39 12
                                    

One of the girls (The weekend, etc.)
I just wanna be one of your girls tonight
We don't gotta be in love, no
I don't gotta be the one, no
I just wanna be one of your girls tonight

———————————————

8:45 A.M

Era una buena oficina, podía mantenerme tranquila, mi jefe era estúpidamente atractivo, lo único malo es que el anillo de matrimonio en su dedo era un estorbo, jamás había sido tan poco profesional como para coquetear con mi jefe, pero ahora iba a divertirme y de cierta manera trabajar, no tenía ni que hacerlo, mi padre era dueño de la mitad de la ciudad así que no me serviría de mucho trabajar.

Perdí mi mirada en los cuadros a mi alrededor, una idea llegó a mi mente y una sonrisa maliciosa se dibujó en mis labios.

Salí de la oficina y lo busque con la mirada, genial. Ahora lo perdí de vista.

Saqué el pequeño espejo que guarde en uno de mis bolsillos y el labial rojo no tan oscuro para retocar mi labial, escuche un gemido de placer tan ahogado que casi suelto una carcajada, a unos diez pasos de mi había una puerta, camine hacia ella de la manera más silenciosa que pude y pegué mi oído.

Que absurdo, tardó cinco minutos en meterse a un closet para cogerse a alguien.

—Félix... Gimió una voz femenina, reí silenciosamente y me di la vuelta, por un momento pensé en irme hasta que escuche un azoté, abrí la puerta lentamente con mera intención de joder, perfecto, aunque sea no era tan infiel, era su esposa, la mujer que vi en una revista hace un par de días que tenía fachada de modelo ahora la veía saltar sobre su pene, dándome la espalda, aquel tenia sus grandes manos en su culo y la boca en su cuello, su pecho estaba descubierto y el vestido negro de aquella subió hasta su abdomen, como vi que nadie me notó me encogí de hombros y cerré la puerta de la misma manera en la que la abrí, no quería molestarlos mucho, a mi también me molestaría si me interrumpieran cuando la estaba pasando tan bien.

Okey, un pequeño recuento de todo lo que sabía de mi jefe: Estaba casado, cogía genial, tenia unos lindos ojos, era dueño de una empresa que literalmente no sabía manejar y tenía treinta años, cumplidos unos tres días antes de que yo entrara a esa empresa, ah y la tenía grande. Tenía nuevas cosas para contarle a mis amigas de la universidad. Si, seguía estudiando solo que ahora mismo estaba de vacaciones, pero era una carrera estúpida que solo me serviría para enganchar a mi futuro esposo, gastronomía.

Caminé a mi oficina y rodee el escritorio para sentarme en la visiblemente cómoda silla empresarial.

La chica pelinegra entró a mi oficina con tanta calma que no parecía que alguien gimiera pornográficamente en la otra habitación, dejó unos papeles en mi escritorio y sonrió—Bienvenida. Dijo con su voz sedosa, retribuí su sonrisa—Gracias, una pregunta... Ella alzó una ceja curiosa—¿Eso es normal? Un gritito se escuchó desde la otra habitación y solté una risita.

Después unas voces y pasos acelerados.

—Ah, si, principalmente cuando ve a una chica, lo hace con su mujer para no sentirse mal. Solté una carcajada y aquella rio—Los hombres son unos idiotas. Balbucee y la puerta detrás de la secretaria se abrió, aquella salió rápidamente.

La estrella pornográfica de cabellos castaños me vio sentada y alzó las cejas—¿Tu eres...? Trate de no reír y decirle todo lo que era por rebajarme de manera indirecta, sonreí—Soy la asistente del señor Félix, señorita Carol. Respondí y aquella me recorrió con la mirada de manera no tan amable, ¿Quién se creía? Ni siquiera era parte -accionista- de la empresa.

—Espero que reconozcas mi lugar en la empresa.

—¿Cuál es?, Sin hablar irónicamente. Aclare

Félix entró y agradecí a todos los dioses habidos y por haber, me recorrió con la mirada, se veía graciosamente cansado, ojala dejarlo algún día así.

—No la molestes, Carol. Es nueva y se esta integrando. Dijo con voz cruda, esta giró los ojos y le regalé una sonrisa animada al hombre, me la retribuyó y agarró a la mujer por la cintura, la sacó de la oficina y le espetó en voz baja una indicación que sinceramente no me importó.

Fue por algo y vi a la morena salir de la oficina, aquel regreso y se acerco a la puerta con una libreta forrada de cuero en la mano.

—Samantha, ¿Puedes manejar mi agenda?

Asentí, dejo caer esta en mi escritorio y la guarde en uno de los cajones, seguí en lo mío.

Aquel se apoyó en el marco de la puerta y me observó, encendí la computadora frente a mi y teclee un par de cosas, después me giré hacia el y lo observe.

Recogí mis cabellos en una coleta desordenada tratando de calmar el calor en mi cuerpo y me concentre en ordenar cosas, ya sea información o estadísticas mientras sentía sus ojos quemándome el cuello.

Aclaré mi garganta—¿Necesita algo, señor? Pregunté aquel negó con la cabeza y se cruzó de brazos, se acomodó en su recargamiento innecesario y sonrió—Le queda muy bien el cabello recogido, señorita. Debería usarlo mas seguido.

Una frase corta, doce palabras llenas de deseo, lo vi a los ojos, una sonrisa suave se dibujó en la comisura de mis labios, aquel tenía el semblante serio hasta que notó el sonrojo suave en mis mejillas, ¿En que momento paso eso?—Esta bien. Dije con calma y posé mi vista nuevamente en el computador.

Números y par de cosas 0 interesantes, sentí que se movió de lugar y la puerta se cerró con seguro, alce la vista y estaba a mi lado, pestañee sutilmente y posé una de mis manos en mi boca para callar mi bostezo, aquel rodeo mi hombro con el brazo apoyando su mano en el escritorio, con su mano libre apuntó una cifra en la computadora.

—Esta es nuestra cifra deseada, queremos llegar a esta para el final del año y se que juntos podemos lograrlo... Juntos.

—¿Se esta insinuando conmigo? Escupí.

—Si usted lo quiere tomar así—Respondió con un tono de voz ronco, un escalofrió recorrió mi espalda.

—¿Me contrato para esto? Supuse que era fiel a su mujer, señor. Dije

Todo estaba pasando más rápido de lo que pensé. quería que me dieran mi primer cheque para poder acostarme con el, pero como veo las cosas no tendría que esperar mucho.

—Necesito divertirme, Señorita.

—Conmigo solo hablará de cifras, señor. Hacerme la difícil era lo mejor del mundo.

Agarró mi mentón y me subió el rostro hasta que mis labios rozaron los suyos y mi cuerpo sufrió una descarga eléctrica, sus manos podrían cubrir exactamente todo mi rostro, sonreí, casi podía ronronear.

Estaba excitada hasta mas no poder, pero no dejaría que me diera tan rápido, su mano que antes estaba apoyada en el escritorio giró la silla y abrió mis piernas de un movimiento rápido, expresé un grito ahogado por su movimiento inesperado pero recupere mi compostura, lo vi fugazmente a los ojos y aquel sonrió, deslizó su mano entre la cara interior de mis muslos y contraje todos y cada uno de los milímetro de piel que recorría, arquee mi espalda hacia el y suspire todo el aire pesado que mi cuerpo almacenó, aferré mis manos a los posa brazos de la silla y mi mirada seguía golpeando violentamente la suya.

Me sonroje.

—¿Se esta divirtiendo? Musité, aquel soltó mi mentón y su mano se clavó en mi cuello, gemí suavemente y mis ojos se cerraron violentamente por sus caricias en mi cuello.

Segundos en silencio hasta que el habló—Como no tienes una idea. Susurró, sonreí y sus labios besaron mi mejilla antes de soltar el agarre de mi cuello y sacar su mano de entre mis piernas, se dio la vuelta y le quitó el seguro a la puerta, salió sin antes verme de reojo, lo vi irse silenciosamente y acomodé mi falda, giré la silla y seguí en lo mío.

(Por si acaso, van a ser capítulos cortos para que sean más)

Solo una vez || Riverduccion Donde viven las historias. Descúbrelo ahora