capitulo 9

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Estaba probandome vestidos como loca. Y desechando a cada que no me gustara. Está noche tenía que estar más hermosa de lo normal cuando me decidía salir.

Le dije que si a Tom. Pero mentalmente obvio. El no sabía que yo había aceptado, pero cuando llegue aquí y me vea cruzar la puerta, sabrá cual fue mi respuesta.

Me decidí por un vestido negro con falda un poco suelta. Era un poco corto como para dejar ver mis rodillas pero a la vez me tapaba un poco más de la mitad del muslo.

Estaba amarrado mi cabello en un moño. Cuando sonó un claxon fuera de casa supe que era él. Y ya me estaba poniendo nerviosa. Tomé con una mano la perilla de la puerta. Estaba muy nerviosa. No podía tranquilizarme. Respiré profundo y giré la perilla.

Para mí sorpresa no ví a Tom. Solo pude ver una moto negra y un chico sentado sobre ella. No supe quien era. Llevaba el casco puesto. Pero... oh, no. Su físico era muy parecido al de Tom. Pero había visto que Tom tenía solo un auto.

Aunque pensándolo bien. ¿Qué hace un maldito motorizado al frente de mi casa?. Se tiene que ir.

Me apresuré a cerrar la puerta y a caminar en su dirección.

–¡Hey!. –grite tratando de llamar su atención.

Al parecer no me escuchó así que grité más alto. Cuando lo hice, tampoco reaccionó.

No aguanté más y tomé una pequeña piedra que decoraba el frente de la casa. Y sin pensarlo la arrojé con fuerza hacia la moto de aquel chico. Para mí sorpresa y vergüenza, la piedra dió con su casco. Y como lo esperaba hace dos gritos atrás, me miró.

Se quitó el casco y para mí sorpresa... Si, era Tom.

Me puse roja al instante.

–Hola, pequeña. –dijo mostrando su sonrisa– Ahora saludas de forma muy extraña, ¿no?.

Frunció el ceño. Y ya sabemos que hizo después.

No sabía que decir por un momento.

–Pensé que eras un extraño. Por eso lo hice. –admití.

–Pues, no me parece la mejor manera de hacer que se marché.

–Grite dos veces. –protesté– ese chico, estaba sordo.

–Pues, claro. ¿No habéis visto el casco?. –dijo tomándolo con las manos. Me lo mostró y lo coloco delante de él en su asiento.

Mierda sí. El casco. Creo que no me controlé, estaba muy nerviosa detrás de la puerta. Ups.

No dije nada. Pero tenía la idea de que el ya sabía que estaba nerviosa.

–P-pues... yo... –traté de decir algo pero me cortó.

–Subid.

¿Quería que... yo me... subiera a su moto?. Oh no, no, no. Eso no vas a pasar. Le tenía pánico a esas cosas. Y más después de lo que pasó con papá.

Me quedé viendo fijamente la moto.

–¿Por qué... no... trajiste tu auto?. –murmuré un poco asustada.

El me miró por un instante. Nuestras miradas se cruzaron cuando lo miré de reojo. El apartó la mirada y se pasó una mano por el pelo.

–Eh creído que será más rápido en moto que en auto. –murmuró.

–Podemos usar mi auto. –sugerí.

Negó con la cabeza.

–A diferencia del tuyo. –continué– el mío no es mi bebé. Y te dejaré conducirlo.

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