–¡Metiste a un chico a mi casa!.
–No quise hacerlo.
–¡Se besaron en mi sofá!.
–Estoy tratando de tener una conversación normal contigo. Debo decirte...
–¿Normal?. ¿Piensas que qué?, ¿Qué arreglaremos las cosas y entraras de nuevo a mi casa? No. –dije furiosa ante las palabras de Katherine.
–No entraré a tu casa.
–Pues que bueno oír eso, –dije a la vez que me cruzaba de brazos– porque no...
–Me voy a casa. –me interrumpió.
¿Qué?...
¿A casa?
–¿Cómo que te vas?, –pronuncié como si lo que ella decía era algo estúpido– ¿Y la uni?.
–No continuaré con la carrera, ya dejé la uni.
Cada cosa que decía salía de su boca con tanta tranquilidad que era muy raro.
Pero se irá...
Esto será un gran problema.
–¿Ya la dejaste?, Así de sencillo. –dije molesta.
–No fué sencillo, solo decidí dejarla para continuarla en Manhattan.
–Pensé que no querías estudiar allá.
–Sé lo que dije, y sé que dije eso Nayla, pero necesito volver.
Su voz salía de su garganta con un tono melancólico, pero en su rostro se veía que su devoción ya estaba tomada, y que no pensaba cambiarla.
No quería que cambiara de idea, solo me causaba confusion. Antes no pero ahora sí.
–¿Y a qué se debe ese cambio de planes?. –pregunté esperando a que su respuesta fuese una manera de culparme.
Se levantó del sofá y suspiró.
–Es incómodo estar en un lugar desconocido, dónde solo tienes a una persona que te puede ayudar y por un error cometido, ya esa persona no esté.
No dije nada.
Observé como tomaba su cartera y me daba la cara de nuevo.
Me abrazó. Una sensación de culpa llegó de inmediato a mí.
Katherine tenía razón. Yo era la única persona que estaba haciéndole compañía en un lugar desconocido para ella. Y me ganó el enojo de confiar en ella y que a ella no le importara eso.
No reaccioné de una forma adecuada ante esa situación, pero la confianza no se traiciona.
–Gracias por abrirme las puertas, yo misma me las cerré. –dijo mientras dejaba de abrazarme.
Caminó hacia la puerta y la abrió.
–Katherine.
–Y sí en algún momento te sientes culpable, no tienes porqué, Nueva York no es mí lugar, es hermoso pero no es mí lugar.
Al pronunciar eso último cruzó la puerta y cerró a sus espaldas.
Sentí una mirada un poco pesada y al darme vuelta, la dueña de la casa era la dueña de esa mirada.
Alexa me miraba de una manera extraña, entre sorprendida y curiosa.
–Me voy a casa.
***
Era extraño.
Me sentía rara.
Bueno, no rara, mal.
ESTÁS LEYENDO
A Los Dieciocho
RomanceNayla, es una chica independiente, planificadora, sociable, cariñosa pero a la vez cerrada. Interesada solo en una cosa: "lograr sus metas". En ningún momento el amor a cruzado por su cabeza. Nunca le importo ser amada por un chico. Pero eso podía c...