Capitulo 10

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Ya han pasado unos días desde esa noche de películas en casa de Tom, y la verdad no lo había visto desde entonces.

Eso no me preocupó mucho por dos razones; la primera, estube demasiado ocupada con la uni. Y la segunda, me había enterado de él a través de Alexa, que Tom había ido a visitar a su familia.

A diferencia de mí, Alexa lo veía casi siempre, y como no si es el mejor amigo de su novio.

Que suertuda.

No sé por qué ahora a mi conciencia le importaba lo que pasaba con Tom.

Porque te gusta, chica.

Ok, ok. Eso no era del todo mentira. Debo admitirlo. Y la verdad es que eso es muy raro de mí. Pero su manera de sonreír y ahora la de mirarme me mataban. Y si, su mirada había empezado a formar parte de las cosas que me gustaban de Tom. No solo porque brillaban cuando me miraba, si no también por su hermoso color ámbar. Que por cierto hacía una combinación perfecta con su sonrisa. ¿Qué pasa conmigo?.

Bueno, me centro.

Estaba saliendo de la uni, cuando cierta ciudadana apareció de la nada a mis espaldas y me asustó haciéndome girar a verla con cara de recién infartada.

–Hola, tengo algo para tí. –dijo Alexa, sin más.

–¿Algo que no sea otro casi infarto?.

–No, ten. –sonrió y me mostró su mano con una pequeña pulsera en su palma.

Fruncí un poco el ceño confundida. ¿Alexa dándome algo?, Si ella solo me daba infartos.

–¿Te sientes bien?. –dije tomando la pulsera con el ceño aún fruncido– ¿Tu dándome pulseras?.

La pulsera tenía unos detalles de estrellitas. Era hermosa la verdad.

–Yo me siento bien, pero él no. Yo no te doy pulseras pero él sí. –sonrió ampliamente.

Mi cerebro estaba procesando aún lo que me había dicho. Él sí, ella no, ella sí, él no.

–¿Él quién?.

–Tomás.

Ahora estaba más confundida. ¿Conocía a un Tomás?.

–Me refiero a Tom. –aclaró.

Sentí que mi pequeña y última neurona intacta explotó. Pero no porque Tom se llamaba Tomás y yo ni lo sabía. Si no porque Tom, bueno, Tomás, me había dado una pulsera de estrellitas. Pero por qué me la da, no sé.

Miré a Alexa unos minutos tratando de créemelo. Pero sin darme cuenta, me puse un poco roja.

Ella empezó a reír pero su risa dejó de existir cuando miró sobre mi hombro.

–Si, fuí yo.

No me hizo falta girarme para saber quién era. Siempre aparecía repentinamente, y cuando hablábamos de él.

No dije nada, pero Alexa sí.

–Me debo ir. Hablamos luego. –dijo Alexa antes de guiñar el ojo a mi horrible cara de ¡no me quiero voltear porque se quién está detrás, y me pongo nerviosa!, Y pasar por mi lado.

Y ahí estaba Alexa. Dejándome a solas con Tom.

–¿Te ha gustado?. –preguntó mientras aún le daba la espalda.

Me giré lentamente con la mirada clavaba en la pulsera tratando de disimular los nervios.

–Hola, Tomás, digo... eh... Tom. –no pude evitar mirarlo cuando lo llame Tomás, las primeras palabras y ya se notaba mi nerviosismo– si está hermosa, gran detalle el de las estrellas. –añadí.

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