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Sé que me mientes.

Sé que me has mentido.

Nunca creí que fuese capaz de no darme cuenta de una mentira, pero tú lo has conseguido.

Me dijiste que ya no sentías nada por ella.

Pero cada vez que clavas los ojos en su pelo, me doy cuenta de que la sigues amando.

Me dijiste que ya no la querías.

Pero la sigues con la mirada a cada paso que da.

¿Por qué eres capaz de dolerme tanto?

¿Por qué no te das cuenta de que, cada cosa que haces en mi contra, me duele?

Ya no sé que hacer.

No sé que hacer cada vez que la miras.

No sé qué hacer cada vez que te callas cuando ella pasa por delante.

No sé qué hacer contigo, porque eres como una abeja que no muere en el primer pinchazo, si no que sigue y sigue hasta que eres capaz de envenenarme por completo.

Has conseguido que pierda el interés en cosas tan solo porque quiero mirarte y gritarte con los ojos que te quiero.

Que con todo el dolor y la vergüenza del mundo, te quiero.

No te das cuenta.

No te das cuenta de lo que haces porque crees que lo estás haciendo bien.

Pero cuando llego a mi casa y me siento sobre el colchón, se me cae el mundo encima.

Porque es otro día más en el que no nos hemos abrazado.

En el que no he sido capaz de decirte lo que siento.

Otro día en el que yo he sido una cobarde y tú un ignorante.

Me ilusionas cuando noto que me miras.

Y me clavas dagas cuando veo que también la miras a ella.

Ya no entiendo las reglas de este juego....

¿Acaso eso es lo que es para ti?

¿Un juego?

DIARIO DE UNA CICATRIZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora