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Debería entender que no necesito a nadie.

Que en mis malas, estuve yo.

Que cuando lloraba, era yo quien me limpiaba las lágrimas.

Que cuando sangraba, era yo quien me curaba la herida.

Que cuando me cortaba, era yo quien escondía los brazos bajo las mangas.

Era yo, siempre era yo.

Era yo quien se miraba al espejo y bajaba la vista porque odiaba ese reflejo.

Era yo quien hundía la cabeza en la almohada y deseaba ahogarme y no volver a respirar.

Era yo quien se daba cabezazos contra la pared hasta sangrar.

Era yo.

Yo.

Yo.

Yo.

Siempre yo.

Sola.

Entonces, si siempre fui yo, ¿por qué me urge tanto la necesidad de no sentirme sola?

DIARIO DE UNA CICATRIZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora