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Fue un gran reto para el albino conseguir el perdón del menor, no importaba cuántos cumplidos le diera, cuánto intentaba ayudarlo o si lo llenaba de regalos, todas sus acciones eran completamente ignoradas (claro esto a ojos de Megumi era un claro "intentas comprar mi perdón?").

-Y...ya hablaste con el?- pregunto la pelicastaña.

-Eh?-

-Ay no puede ser, más idiota imposible.- mencionó mientras masajeaba su cien.

-Como quieres que hable con el si me ignora a cada rato.-

-Yo que se, invítale un café, o a cenar, piensa en algo, no soy tu madre para darte haciendo las cosas.- más frustrada que antes, saco al peliblanco de su consultorio. -Y ya ponte a trabajar!-

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Transcurrida una semana de aquella conversación, tomó el 'sabio' consejo de su amiga. El reloj denotaba las 12 del medio día, justo a tres horas para que terminaran clases, le mandó un mensaje al menor, claro y conciso.

'Voy a recogerte después de clases'

No le mencionó el porque o para que y Megumi definitivamente quería evitar aquel encuentro, trataría de irse lo más pronto posible, pero esto ya fue previsto por el mayor, cuando el azabache salió a toda prisa de clases y divisó en la entrada del establecimiento a la única persona de 1,90 en todo Japón, parado en el portón con un ramo de rosas, un gesto que a su parecer, era totalmente innecesario y muy vergonzoso.

Quería que la tierra lo tragase y eso estaba a punto de hacer hasta que en un parpadeo sintió una mano en su cintura y su vista ahora se encontraba opacada por un montón de rosas.

-Por favor, no hagas eso, si?- susurró el mayor cerca de su cuello.

El agarre era firme, así jamás podría meterse en su sombra y huir despavorido, fue conducido hacía el lujoso auto, entrando los dos en los asientos traseros.

-Ijichi, ya sabes a donde llevarnos.- el mencionado asintió temeroso y empezó a conducir.

-A donde vamos?- preguntó en un tono molesto.

-Es una sorpresa.- respondió divertido mientras apretaba un poco el agarre en la cintura del menor haciendo que este se retuerza por la incomodidad.

El viaje duró unos 20 minuto, no había mucho tráfico, así que todo iba de acuerdo al plan del mayor, el vehículo ingresó al estacionamiento de un enorme y lujoso edificio, Megumi ya se imaginaba en donde podría estar "Lo mas seguro es que sea un restaurante" se dijo a si mismo.

Bajaron y entraron a un elevador, Gojo presionó el botón del último piso, el ascenso fue muy callado, algo incómodo para el pelinegro y todavía mas, porque seguía teniendo la mano del contrario sobre su cintura.

Las puertas se abrieron de par en par dejando ver un amplio salón, decorado con finas piezas de cristal y oro, su mirada recorrió los detalles de la entrada hasta toparse con un pilar y seguido de este un cúmulo de cortinas que variaban su transparencia y detalles, degradaban un poco en tonalidades pero seguían siendo de un color rojo o similar, todas estas rodeaban lo que parecía una mesa.

-Vamos, después de ti.- mencionó el mayor, mientras lo sujetaba y guiaba hacía a delante.

Y si, efectivamente era una mesa, Gojo apartó la silla para el menor quien en el momento en que fue soltado del agarre en su cintura, trató de usar sus sombras para salir, pero estas simplemente no le respondían.

Lágrimas rojas     [GoFushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora