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El viaje fue muy silencioso, un ambiente tenso que quitaba la respiración a cualquiera, un movimiento en falso y alguien podría morir, bajo cuidadosamente del carro rumbo al ascensor, Satoru ha estado practicando mantener el infinito con una cantidad mínima de energía maldita, pero ahora...ahora se sentía como esta rebosaba de poder.

Llegó al departamento y con la misma "calma" que llevo todo el viaje, acostó cuidadosamente al menor en la cama, fue rápidamente a la cocina para agarrar unas cosas, y unas compresas frías para la fiebre del menor, llegó dónde estaba el azabache, cuidadosamente se acostó a su lado, prendió la televisión y puso una película, claro con el volumen bajo para no despertarlo.

Al rededor de una hora y media el ojiverde se empezó mover en la cama, aún seguía aferrado al albino, así que este lo noto de inmediato, también por el echo de que no estaba viendo la cinta, sino que estaba mas concentrado en cada uno de los pequeños movimientos del menor, el cual poco a poco empezaba a abrir los ojos.

-Señor Gojo?- dijo aun adormilado.

-Como te sientes?- preguntó en voz baja y con suavidad, pronto los ojos del menor empezaron a cristalizarse, se aferró a la camisa del peliblanco y escondió su rostro en el pecho del mayor, tratando de suprimir su llanto, Satoru lo abrazó tratando de calmarlo.

-L-lo siento.- logró vocalizar entre sollozos.

-Está bien, no te preocupes no es necesario que te disculpes.- habló serenamente.

-Yo...te traté muy mal y-y ahora te causo problemas, perdón, so-solo estoy siendo una carga.- decía entre balbuceos, Gojo sentía como el corazón se le estrujaba, la garganta le ardía, como si le apuñalasen (otra vez).

-Hey, no digas eso, Megumi...Gumi~, mírame por favor.- acarició suavemente su mejilla tratando de que este alzara la cabeza, cosa que consiguió. -Tu nunca serás una carga para mi, de acuerdo? Jamás lo serás, yo vivo y existo para ti, mi mayor prioridad siempre serás tu sobre todo y todos, si me pides algo yo lo haré...cualquier cosa.- aquel cielo, despejado y profundo observaban sin parpadear, a las esmeraldas brillantes que se escondían entre la espesura de la hierba que aun poseía gotas de lluvia.

El menor en sus brazos era incapaz de responder a dicha confesión, su cerebro aun no procesaba lo que estaba pasando, aquellas hermosas palabras, las cuales nadie nunca le había dicho, ni si quiera su hermana, aquel hermoso momento, tan cálido, aquel hombre frente a el que estaba dispuesto a dar su vida por el, a cumplirle cualquier petición.

Después de unos momentos observándose fijamente el uno al otro, los ojos del mas pequeño se abrieron lo más que pudieron, iluminando sus hermosos jades, con un rostro de sorpresa y confusión, es posible que lo haya entendido, tal vez ya se dio cuenta de aquel lazo que los unía, de aquel sentimiento compartido, nuevamente aquellas malaquitas se cristalizaron.


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-Ya llegué!- saludó la castaña mientras ingresaba al departamento, Gojo le había pedido a Ijichi que la fuera a ver. -Megumi, señor Gojo...se encuentran en casa?!- la habitación principal fue abierta dejando ver al albino, quien se acercó a la menor. -Señor Gojo, como se encuentra Megumi? en la escuela me dijeron que se desmalló y usted fue a verlo.- mencionó preocupada.

-Tranquila, ahora se encuentra mejor, pero está durmiendo es mejor dejarlo descansar, quieres comer algo?- la menor asintió y siguió al mayor hasta la cocina.

Prepararon entre los dos una merienda suave, algo de sopa, una bebida caliente y arroz con salmón, Gojo comió junto a Tsumiki y luego sirvió un poco de comida en una charola.

-La llevaré para Megumi- la menor asintió.

-Gracias por la comida, iré a hacer los deberes.-

-Está bien, no te duermas tarde.-

El peliblanco ingresó a la habitación, encontrándose con un bultito bajo las cobijas que temblaba, rápidamente dejó la charola en un lado y corrió hacia donde estaba el menor, antes de votar el cobertor al suelo logró escuchar unos sollozos e hipidos provenientes de este.

-Gumi? te encuentras bien?- suavemente acercó su mano al bulto que no paraba de temblar. -Pasó algo? vamos dime- el que no le respondiera lo ponía mas nervioso y alterado.

-P-por-q-que te fuiste?- una pequeña carita llorosa se asomaba entre las sábanas, Satoru sentía como el alma se le iba al suelo, estaba pálido, mas de lo habitual...había olvidado por completo que el menor le pidió que no se separara de el toda la noche, y fue lo primero que hizo.

Su boca seguía abierta de la impresión, no sabía que decir exactamente o como excusarse, sentía una presión en el pecho o mejor dicho en todo su ser.

-L-lo siento.- gesticuló con dificultad, aquello ni por mucho logró calmar al menor que seguía inmerso en su tristeza, volvió a esconderse entre las cobijas mientras el mas alto abrazaba con delicadeza el bulto.


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Los meses pasaron, la relación de ambos se volvió mas amena, cada uno aprende de sus errores, Megumi suavizó su trato con el mas alto, mientras que Gojo bueno, tuvo que hacer muchos cambios, avisar siempre donde estaba para no preocupar al menor, llamarlo cuando salga del país para sus asuntos y otros muchos mas cambios.

Claro Gojo tenía su ojo encima del pequeño, siempre vigilando en donde se encuentra, escuchando con quienes se relaciona, como si fuese una madre controladora, no le prohibía nada al pelinegro, pero el no nació ayer, con sus cartas bajo la manga, usaba psicología inversa en un pobre niño, que recién se estaba dando cuenta de aquel lazo que los unía.

Los chicos de su escuela no se relacionaban mucho con el, por el miedo que les infundía el tutor del azabache y por que sus padres también temerosos del apellido Gojo, preferían que sus hijos no se acercasen a los hermanos Fushiguro, sobre todo al menor quien desde lejos se veía que era a quien mas cuidaban, el chisme sobre que los niños pertenecían también a otra familia de poder hizo que el contacto con los chicos pasara de casi nada a ninguna, incluso los profesores les temían.

Aquellos sucesos afectaban más a la castaña quien por naturaleza era muy sociable, por otro lado a Megumi ni le iba y mucho menos le venía, no le importaba tener o no amigos, si le temían o le odiaban, para él los únicos puestos en su corazón estaban ocupados por su hermana y Satoru, el resto se podía morir si querían.

Lágrimas rojas     [GoFushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora