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Ni bien fue dada la orden, tres hechiceros de rango uno fueron desplegados por la zona, dos de ellos se adentraron aún mas y uno se quedó a rondar por la academia del joven azabache.

Megumi se encontraba algo inquieto, hace ya 20 minutos que notó la presencia de hechiceros, se calmó un poco al percibir la energía maldita de Nanami, pero esto no le quitaba sus dudas de encima, ¿Debería preguntarle a Gojo que estaba pasando? ¿El los envió? lo mas probable es que si, pero ¿Por qué estaban aquí? junto a eso, otra preocupación se le sumó a su lista...Tsumiki, le podría pasar algo a ella también.

Sostenía de manera ansiosa el celular que le había obsequiado Gojo, estaba indeciso entre si preguntarle o no, una vez Shoko le dijo que no se metiera en asuntos de la academia hasta que no esté dentro ya que esto lo pondría en peligro a el y por consecuente a Satoru también.

Por otro lado, el albino empezó a notar los cambios de ánimos en el pequeño, podía sentir su ansiedad, tal vez ya se dio cuenta de que hay hechiceros cerca de el, no quería alertarlo de sobre manera al decirle que hay un incremento de maldiciones por esa zona, solo lograría estresarlo más.

Tal vez un mensaje para calmarlo no estaría mal, pero se le adelantaron y al momento de prender su celular, la notificación de un mensaje de Megumi se reflejó en la pantalla.

*Señor Gojo, está pasando algo?*

*¿Por qué hay muchos hechiceros por aquí?*

*Oh, no te preocupes por eso Gumi*

*Solo están haciendo un reconocimiento rutinario*

*Está bien, lamento las molestias*

*No te preocupes, si algo llegara a pasar iría yo personalmente*

Esto logró calmar al ojiverde, dejándole un mal sabor de boca al albino por mentirle, pero que podía hacer, necesitaba alejar a Suguru y sus locos ideales extremistas de Megumi y Tsumiki, el era más que consiente de que el azabache mayor tenía conocimiento de su lazo con el hijo de Toji.

A lo lejos se escucharon unos pasos que se iban acercando a velocidad, reconoció la energía maldita de la persona, era Ijichi, la puerta fue abierta con brusquedad dejando ver a un hombre exhausto por la carrera que había tenido.

-S-señor G-gojo.- habló entrecortado. -Una gran cantidad de maldiciones de grado uno y otras de grado especial, están avanzando, desde el norte.- Satoru se puso de pie rápidamente, angustiado.

-Ya diste aviso a las autoridades?- preguntó algo nervioso.

-S-si.- el escritorio del albino salió volando hasta estrellarse con una de las paredes.

Una vez dada la alerta de emergencia por maldiciones, se procederá a evacuar a las personas de los lugares mas cercanos, ya sea de casas, escuelas y trabajos, en otras palabras, van a exhibir a Megumi al peligro del exterior, desconoce si esto estaba planeado por Geto, ¿Quiere hacerse con el niño?

-Comunica a todos los hechiceros que dejen lo que están haciendo y vayan como refuerzo al norte, a los de Kioto también avísales.- Miró la hora en su celular, ya mismo eran la 1, esto sería un problema, una hora en pico, la acumulación de civiles no haría nada mas que ser un estorbo para los hechiceros, evacuarlos en ese momento sería un caos...ahora su prioridad era encontrar a los niños.

Una notificación en su celular lo alertó, la academia manifestaba que por fuerzas mayores los estudiantes fueron evacuados y están siendo llevados a sitios seguros.

"Mierda" rápidamente salió en busca del menor, antes de que sea tarde.


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Las cosas se salieron de control, las maldiciones empezaron a atacar a los civiles y pronto el pánico se propagó, ahora cada quien buscaría la manera de salvase a si mismo, todos corrían desesperados, se empujaban y gritaban, Megumi fue separado de su grupo y trataba desesperadamente encontrar a Tsumiki, quien estaba en otro grupo, no tenía ni sus pertenencias consigo, ni el celular para llamar a Gojo.

La horda de gente lo arrastró hacia el subterráneo, todos querían tomar el tren e irse a sus casas, solo quería salir de ese lugar, estando tan abajo era casi imposible que Gojo lo viera o notara su presencia, pronto el sitio empezó a temblar, desconocía si esto era obra de una maldición o en verdad para su mala suerte era un terremoto.

Todos estaban concentrados en si mismo, no les importaba la presencia de ancianos, mujeres embarazadas y mucho menos de niños, fue golpeado, empujado, pisoteado, pudiendo finalmente entrar en uno de los baños de la estación, en el último cubículo, abrazando sus piernas en posición fetal, los temblores continuaban pero eran mas suaves.

Todo parecía estar en clama, pero por alguna extraña razón, no podía sentir al albino, ni si quiera por medio del lazo.

"Está muy callado, ya se habrán ido todos?" estaba indeciso entre si debía salir a verificar o esperar a que vinieran por el, juntó sus manos para la invocación de los perros divinos y con cuidado salió del lugar, estaba listo para invocar a Nue en caso de tener que huir.

Se acercó cautelosamente a la puerta, empujándola con cuidado, rápidamente se llevó las manos a la boca en un intento de retener las nauseas y no gritar, el suelo de la estación estaba repleta de cadáveres y sangre, algunos de estos estaban siendo devorados por maldiciones, maldiciones que parecían ser de grado uno y unas tres que rondaban por ahí que eran de grado especial.

Pronto sus ojos humedecieron, si esas cosas están aquí en el subterráneo, que habrá arriba? en su mente la imagen de su hermana no dejaba de pasar a cada rato "solo habían tres hechiceros, solo tres, ellos no pueden con todos y el señor Gojo, no he notado su presencia en todo este tiempo" estaba paralizado, no sabía si volver al cubículo o salir corriendo a la superficie, aunque tendría que pasar por los demás pisos de la estación.


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-Ya buscamos por todo lado, no hay rastro de los niños. - informó el rubio mientras se acomodaba los lentes

-Mierda!- gritó desesperado el peliblanco, pese a la concentración que ponía no lograba ver la energía maldita de Megumi y mucho menos sentirlo con el lazo.

-Mis cuervos no pueden pasar más allá del tercer piso de la estación, tal parece que todos allá abajo están muertos. - mencionó una peliblanca.

-A la mayoría de civiles los llevaron a los templos del sur, voy a revisarlos, hasta mientras, los que no estén heridos encárguense de las maldiciones, sobre todo las que están dentro de los edificios.- todos asintieron a la demanda del ojiceleste. - Soliciten el cierre de los metros de todo Tokio, los subterráneos déjenlos para el último, no vale la pena que peleen por muertos.- Sin nada mas que decir desapareció entre los presentes, marchando al sur en busca de su destinado.

Lágrimas rojas     [GoFushi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora