19.

831 77 7
                                    

–¿Cómo van las cosas con Violeta?

Al instante, Chiara dejó caer las manos hacia los lados cuando paró de murmurar el hechizo de protección, un segundo más tarde se giró sobre sus pies para mirar a Martin.

–Estamos... bien–se encogió de hombros.

–¿No ha habido ningún avance con ella?–volvió a cuestionar, acercándose a su amiga mientras movía con picardía sus cejas–. Después del beso que os disteis delante de todos, justo después del juicio...

–¿Tú también nos viste?

Chiara se sonrojó, tapándose la cara con la mano.

–La pregunta es... ¿quién no os vio, Kiki? Os besasteis al estilo final de una película romántica americana.

La bruja negó con la cabeza mientras que la sonrojez le llegaba hasta las orejas; si que era cierto que en aquel momento, hacía casi dos semanas, algo dentro de ella se había apoderado y había sido imposible separarse de Violeta y de aquellos labios. Se habían besado con la misma necesidad y pasión que la noche de la cita... Había sido un perfecto baile de bocas, lenguas y dientes, de sentir las manos de la pelirroja en su pelo, mientras ella tiraba de sus caderas para que no hubiera ni un centímetro de distancia entre sus cuerpos.

Hacía casi dos semanas que las cosas entre ellas habían cambiado, tanto para bien como para mal.

–Nos hemos besado un par de veces más, después de eso, pero no–suspiró recordando todos los encuentros apasionados que habían tenido hasta entonces–. Si estás insinuando algo más... no. El convivir con mis padres y mis hermanos, la marcha de su padre durante un par de meses a París, el parón que se viene en su obra de teatro por Navidades..., son muchas cosas a la vez. Y...

Algo en Violeta había cambiado.

–Al menos ahora tendréis vuestro espacio, de nuevo.

Chiara sonrió con agradecimiento.

–Sí, gracias por dejarnos este piso a Violeta y a mi.

–Ya sabes que Juanjo y yo solo vivimos en la casita de Magallón–justificó con un movimiento de manos Martin–, en Madrid no estamos casi nunca. Y con la obra de teatro, es mejor para Violeta algo cercano...

–Igualmente, nadie sabrá que estamos aquí.

Nadie podrá atacarnos aquí, sino saben que estamos.

–Y por nadie, te refieres a las Díaz.

Chiara soltó un gruñido ante aquel apellido; era un constante dolor de cabeza que no sabía cómo solucionar.

–¿Sabes algo del juicio, Martin?

Y aunque la bruja supiera todos los detalles, quería saber lo que sabía su amigo de la infancia.

–Sé que la matriarca está negándolo todo y... que ha pasado la prueba de la verdad. Asegura que el licántropo tuvo que mentir antes de suicidarse... y están empezando a creerlo en la junta.

Y era lo mismo que le había informado Noemí y su madre; era cuestión de pocos días que dejaran en libertad la matriarca, dando por hecho que había sido un caso aislado de un ataque desesperado de un licántropo.

Great–chasqueó la lengua contra el paladar.

Fuck. Shit. Mierda.

Y lo peor era la sensación de saber que Salma aún tendría una entrada triunfal.

Es que... lo sabía.

Martin puso su mano en su hombro y tiró de ella para abrazarla con un solo brazo; era su forma de decirle que no estaba sola en todo aquello y que tampoco le diera más vueltas a aquello que aún no había pasado, sin embargo, no podía evitar sentirse inquieta.

I put a spell on youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora