24.

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Sentía la boca seca... y luego un terrible dolor de cabeza.

Sentía falta de aire... y le pesaba el cuerpo.

Chiara sentía todos sus pensamientos densos y casi indescifrables, como un mar revuelto en el que tenía que no ahogarse... si quería sobrevivir.

Wake up, for fuck sake!

Sus ojos se abrieron con pesadez; lo primero que vio fue la pared blanca y un muro de pensamientos que no supo descifrar. Pero lo que la inglesa sí supo era que algo no estaba bien. En cuestión de segundos, movió ligeramente la cabeza buscando que su cuerpo, su cabeza concretamente, dejara de dolerle... Quiso mover su mano derecha para tocarse la nuca; era horroroso el dolor que sentía en aquella parte de su cuerpo...

–¡Por fin! ¡Ya me estaba aburriendo!

Aquella voz...

Los ojos de Chiara se movieron con lentitud hasta alcanzar aquellos ojos negros de Salma. Su respiración se aceleró en cuestión de milésimas de segundos, porque recordó perfectamente todo lo que había pasado. Estaba volviendo a la habitación, cuando alguien la atacó por la espalda...

VIOLETA.

La menorquina estaba sentada en el sillón de la habitación del hospital con alguna clase de hechizo que le impedía moverse de allí, intentó abrir la boca pero tampoco pudo hablar, y cuanto más forzaba, cuanta más magia intentaba crear, más aire se le estaba escapando del cuerpo...

–Ni lo intentes, es un nuevo hechizo que he creado–comentó la bruja, con un deje de pesadez, casi aburrida; los Díaz y su maldita habilidad de crear hechizos ilegales–. Cuanto más intentes liberarte, más te vas a ahogar. Es como una enredadera mágica.

Sus ojos se llenaron de rabia y de impotencia; Chiara dejó de intentar moverse y se centró en la cama. Violeta seguía allí, en aquella cama de hospital, y parecía igual que le había dejado. No parecía herida ni nada similar; algo que tranquilizó mínimamente a la inglesa.

¿Y ahora... cómo salgo de esta?

–Bueno, ¿por qué no hablamos un poquillo tú y yo...? Total, hasta que no vuelva mi madre no podemos seguir con el plan–Salma con desgana, se sentó en la cama a los pies de Violeta y se relajó con una tranquilidad que a Chiara tan solo le hizo ponerse más nerviosa–¿Sabes? Ha sido aburrido tener que esperar hasta este día... Ir por la espalda, susurrando pequeñas palabras de sugestión... Poco a poco, he ido metiendo ideas en la cabecita de Violeta, sin que tú te dieras cuenta. Sin que ella... bueno, se volviera loca con tantas voces en su cabeza.

Chiara respiró con rabia a través de sus orificios nasales; necesitó retener todas las ganas que tenía de hechizar a la malagueña y hacerla volar por los aires...

Y a la vez, muchas cosas estaba entendiendo en aquellos momentos.

Te juro que... en cuanto me suelte...

–Mi frase favorita era susurrarle que eras una mentirosa, que nunca pensaste en ella al salvarla del accidente. Solo... que la usaste por tu bien–prosiguió con su monólogo–. Es que... ha sido tan fácil manipularla. Ay, de verdad, para las Díaz es un don. Y tú debes estar pensando: ¿por qué me cuentas todo esto?–sonrió con tanta maldad y se encogió de hombros; Chiara supo que tenía que soltarse de aquellas ataduras o estaría acabada–. Todo empezó en cuanto mi madre descubrió cómo mentir en la sala de la junta, en un lugar en el que para los demás es imposible mentir; todo empezó en cuanto empezamos a manipular a todos los miembros de la junta... ¡Y obviamente que el ataque del licántropo fue cosa nuestra! ¡Y fíjate lo fácil que fue salir de ese problema! ¡Ni siquiera tú pudiste hacer nada! ¡La futura Rango 0! Fue una prueba para ver cuánto nos costaría salir impunes... y fíjate.

I put a spell on youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora