18.

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Casi como si el tiempo se hubiera detenido en aquel justo momento, Chiara miró a su alrededor pasando nerviosamente su lengua por su labio inferior. Tenía la boca seca después de las más de dos horas de juicio que llevaban en aquella sala de la junta de brujos.

Dos horas que a duras penas habían servido para algo.

De pie en el centro de la sala, la bruja miró a su derecha, hacia aquel banco de madera oscura donde se encontraba Juan Carlos con la cabeza agachada.

Él también sabía la gravedad del asunto: estaban perdiendo el juicio.

Iba mal, muy mal.

La bruja respiró con fuerza, aunque no del todo.

Chiara volvió a relamerse los labios tomándose aquel merecido descanso para beber agua y evaluó el estado de la junta. En aquella sala sin ventanas ni distracciones, la inglesa miró desde aquella posición inferior, en medio de aquel semicírculo, a todos los presentes. Veintinueve pares de ojos, ya que faltaban los de Díaz -por el gratuito ataque que había mandado a la puerta de su casa-. Y ni uno de ellos le daría su voto, había algunos de los presentes con dudas, pero ningún claro sí a su favor... porque, en realidad, el voto de su madre tampoco contaría al final de todo.

La bruja respiró aún con más fuerza que antes, por el caos de pensamientos que tenía en aquellos momentos. Sin embargo, Chiara negó con la cabeza levemente para despejar su mente.

Da igual. Todo da igual.

Daba igual que Diaz no estuviera, aún pendiente de la investigación y la imposición de cargos; daba igual que el voto de su madre no valiera nada... Daba igual, porque tenía que ganar.

Tenía que...

De nuevo, Chiara miró sus caras con cuidado.

Había argumentado de todas las formas posibles como Juan Carlos había hecho todo lo posible para adaptarse a la comunidad en sus años de juventud, como al verse incapacitado por la estructura que tenían, había optado por desaparecer, por hacer vida en otro lugar... Sin ser dañino. Al igual que cualquier ser humano que emigra para buscar una mejor vida... Había sacado antiguos juicios a relucir con casos parecidos donde brujos se habían negado a adaptarse a aquella estructura, a aquella magia que poseían, para demostrar el punto de que algo estaba mal en sus raíces.

Sin embargo, pronto entendió que la junta podría pasar por alto el hecho de mentir y fingir su muerte, pero no el rechazo y el poco interés que había mostrado el hombre por el mundo mágico que todos querían y protegían.

Con sus ojos verdes los miró uno a uno y supo que no tenía más opción que utilizar la última bala.

Chiara se acercó a Juan Carlos, para dejar el vaso de agua en la mesa, y le susurró:

–Vamos a hacer esto un poco personal.

Ya le había comentado su estrategia horas antes del juicio y el hombre había estado totalmente de acuerdo, si veía que no había otra solución de usarla como la última bala.

–Voy a poneros un problema de la misma calidad, pero algo diferente...–comenzó a decir de nuevo, situándose en medio de aquel círculo con las manos a las espaldas mirando a todos y cada uno de los 29 miembros, incluida su madre y Noemí–. Ya que ninguno puede mentir dentro de esta sala. ¿Alguno de vosotros se preguntó qué pasaría si yo renunciara a ser Rango 0? Sed sinceros, todos lo sabéis ya a estas alturas. Y sí, por si a alguien le queda alguna duda, ya he tenido mi primera visión.

Hubo un cuchicheo y Chiara sonrió internamente.

–¡Silencio!

Esperó durante un largo segundo para continuar después de la orden de la directora. Hasta lo estaba disfrutando, pero intentó que su cara no lo reflejase.

I put a spell on youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora