𝗦𝗨𝗥𝗩𝗜𝗩𝗘; the black phone

welcome to the final show

Bienvenidos al espectáculo final

James Peterson

«Nadie te buscará después de la muerte».

James Peterson, uno de los sobrevivientes y asesinos del raptor, era quien pensaba en la frase que le había dicho su padre a comienzos de ese año, cuando su hermano menor desapareció.

Pensaba en todas las veces que creyó que esas palabras eran verdad y cuántas veces había deseado que fueran su realidad mientras se acomodaba la corbata.

Quería pretender que había superado todo lo sucedido el mes pasado, que había sido obra de una horrorosa pesadilla y que no tenía una cicatriz no solo en la pantorrilla, si no que en la mente. Pero cuando el grupo se reunía a hacer algo como armar cohetes o ir a los partidos de béisbol de Bruce, en los momentos en los que todos fingían que esa semana no existió en el calendario, en esos momentos era cuando sentía una punzada en la pantorrilla otra vez.

Una que otra vez, solía tener recuerdos repentinos del sótano y sus frías paredes, cuando estaba en el bosque y el sol golpeaba su piel. Algo en sí mismo lo hacía odiarse por recordar esos días cuando ya era un "hombre libre".

Cada vez que veía a Finney, buscaba vida en sus ojos, pero cada día resultaba más difícil que el anterior. Era como si ambos se hubieran encerrado en sí mismos después de aquella semana, lo cual era totalmente normal después de haber vivido algo así.

Sin embargo, sus amigos seguían preocupados por ellos, pero nunca los forzaron a hablar sobre lo que pasó ahí dentro. Blake y él se habían vuelto populares después de haber salido de ahí, pero no afectó para nada en la vida ambos. Ambos se habían vuelto unidos en todos los sentidos de la palabra, lo que hacía imposible encontrar a uno de ellos sin compañía del otro o de algún otro amigo de ellos.

Pese a ser popular, de haber dejado de ser "el hermano de Michael Peterson" para convertirse en "uno de los sobrevivientes del raptor", seguía sintiendo que era un muerto con la conciencia necesaria para caminar.

Miró a sus pies, tenía las mismas zapatillas que llevaba el día que se lo llevaron, las pudo haber quemado pero se negó a hacerlo hasta el funeral.

Fue una coincidencia que el funeral de su hermano y los demás niños muertos fuera el 4 de Julio, día de la Independencia. Sin embargo, no se preocupó por la casualidad de que enterraran a su hermano el mismo día más importante para su país, con suerte podía recordar que a mediados del verano debía realizar los exámenes finales a los que no pudo asistir.

Se observó al espejo una vez más, lucía como el día en el que fue a la comunión de Stanley, cuando solo tenía nueve años.

Lo único que podía resultar confuso en su apariencia aparte de sus zapatos azul con blanco, era la cadena que colgaba de su cuello.